EL URANIO SIGUE AHÍ

 


Principios de agosto de 1978. Los diarios del mundo hablan de la muerte de Pablo VI el primer papa en dar centralidad a la cuestión ambiental, sucedida en Roma el día 6. Un papa que, seis años antes, en ocasión de la Conferencia de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente de Estocolmo se preguntaba, en un mensaje a su Secretario General, «¿cómo ignorar los desequilibrios provocados en la biosfera mediante la explotación, sin orden, de las reservas físicas del planeta, incluso con la finalidad de producir cosas útiles, así como, el derroche de las reservas naturales no renovables, la contaminación del suelo, del agua, del aire, del espacio, con sus atentados a la vida vegetal y animal?» 

Por esos mismos días, en San Carlos de Bariloche, a 12.000 km de Roma, sucede otra cosa, el comienzo de un proyecto ultrasecreto del que también hablarán los diarios del mundo: el proyecto Pilcaniyeu de enriquecimiento de uranio.[1]

(Obvio, hablarán cuando el proyecto deje de ser ultrasecreto; recién en noviembre de 1983, cuando Argentina anuncie oficialmente que había conseguido el dicho enriquecimiento.)

¿Por qué fue ultrasecreto ese proyecto? Porque EEUU le tenía prohibido a Argentina hacer eso que proyectaba.

¿Cómo se explica que haya podido guardarse el ultrasecreto? Porque la dictadura cívico-militar argentina comprometió toda su maquinaria represiva en ello.

 

LAS RAZONES DEL PROYECTO

El uranio es el insumo para la producción de combustible nuclear.

En la Naturaleza, el uranio se compone de tres isótopos. El U238, el U235 y el U234 (los tres varían en la cantidad de neutrones: 146, 143 y 142 respectivamente). El U235 es el único isótopo natural fisible, el que es útil para generar el calor que requieren las centrales nucleares. En la Naturaleza, el U238 alcanza un 99,27%, el U235 un O,72% y el poquito que resta corresponde a U234.

El proceso de enriquecimiento de uranio supone llevar ese porcentaje de U235 del 0,72 al 3, 4 o 5% (si lo lleváramos al 90% podríamos aplicarlo a una bomba nuclear.[2])

Algunas centrales nucleares funcionan con uranio natural y otras con uranio enriquecido. Actualmente, Atucha I (en la ciudad de Lima, provincia de Buenos Aires) funciona íntegramente con agua pesada como moderadora y refrigerante, y una mezcla de uranio levemente enriquecido (0,85%) y uranio natural (0,72%).[3] Las centrales tipo CANDU (CANada Deuterium Uranium), como la central de Embalse en Córdoba, emplean uranio natural, no enriquecido, y agua pesada. Los reactores CAREM (Central Argentina de Elementos Modulares) y los reactores de agua ligera, funcionan con uranio enriquecido a un 3%.[4] Los reactores de investigación también usan uranio levemente enriquecido.

En 1978 Argentina no contaba con centrales de potencia que funcionaran con uranio enriquecido; sí con reactores de investigación: funcionaban el RA 1[5] y el RA 2[6] en el Centro Atómico Constituyentes de Villa Maipú, norte del Gran Buenos Aires, y el RA 3[7], en Ezeiza (todavía en funcionamiento), orientado a la producción de radioisótopos. Como nota al pie, el RA 2 fue el escenario del accidente nuclear más grave que tuvo lugar en el país, con la consecuencia de la muerte de un operario. Aconteció en 1983.[8]

En los años 70 Argentina era una potencia nuclear a nivel regional. Como hoy, soñaba con vender al mundo reactores de investigación, y la medida de 1978 de EEUU de no permitir a países emergentes avanzar en sus planes nucleares nubló la posibilidad de cumplir ese sueño.

Esa medida tiene su historia. EEUU había impulsado un Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), abierto a la firma desde 1968. Ese año, al someterse a votación la resolución N° 2.373 (XXII) de la Asamblea de la Organización de Naciones Unidas sobre el TNP (que obviamente resultó aprobado), Argentina optó por la abstención (lo que a la postre, como enseguida veremos, terminó saliéndole caro).[9] (Argentina adherirá al TNP mucho tiempo después, en 1994, con la sanción de la ley Nacional N° 22.448.[10])

La cosa se agravó en mayo de 1974, cuando la República de la India realizó pruebas nucleares en su territorio (presidía el país Varahagiri Venkata Giri). Esto disgustó a los EEUU (Richard Nixon era su presidente), de manera que Jimmy Carter (presidente desde enero de 1977) decidió prohibir a proveedores de ese país vender tecnología nuclear a los países que no habían firmado el TNP (la decisión que comenté más arriba). Como Argentina era uno de esos países, cayó en la volteada. Para peor, para aumentar las suspicacias yanquis, su desarrollo nuclear era similar al de India en varios aspectos.[11]

En resumen: Argentina no podía garantizar a los potenciales compradores de sus potenciales reactores de investigación la disponibilidad de combustible a base de uranio enriquecido (de hecho, ya tenía cerrado un acuerdo con Perú para construir un reactor de investigación para la producción de radioisótopos para medicina e industria local).

La solución: ponerse a enriquecer uranio ella misma, pero sin que se entere nadie, menos que nadie el Tío Sam. Pero claro: no sabía hacerlo. Debía aprender. Y aprendió a hacerlo en Pilca.

 

ULTRASECRETOS EN LA MONTAÑA

La historia del proyecto Pilcaniyeu es bien conocida. La misma es celebrada por casi toda la bibliografía como una verdadera epopeya. De epopeya fueron los obstáculos tecnológicos que debieron vencerse. De epopeya fueron las maniobras de ocultamiento.

Los organismos públicos detrás de la hazaña fueron la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) e INVAP SE (INVestigación APlicadas, sociedad del estado de la provincia de Río Negro), que construyó la planta de enriquecimiento a pedido del primer organismo, mediante un contrato formalizado en 1980.[12]

La CNEA fue creada por el presidente Juan Perón en 1952. Dos días hábiles después del golpe cívico-militar de 1976, Carlos Castro Madero, en ese entonces capitán de navío (llegó a ser vicealmirante), se hizo cargo de la CNEA.[13] (Me cuesta creer que no reportara directamente al almirante Emilio Massera, el jefe del arma, pero el periodista científico especializado en temas nucleares Daniel Arias considera que fue su enemigo interno.)

INVAP SE es un desprendimiento de la CNEA originado en el Programa de Investigaciones Aplicadas (PIA) creado por dicha comisión en 1971, durante el gobierno del teniente general Alejandro Lanusse.[14] La creación de INVAP fue acordada en septiembre de 1976, después del golpe, por el contralmirante Aldo Bachmann, encargado del gobierno de Río Negro, y el capitán de navío Castro Madero, encargado de la CNEA, ambos marinos de la Marina de Massera.[15]

Castro Madero era egresado del Instituto Balseiro y soñaba con hacer carrera en política nuclear. Uno de los deseos que lo desvelaba era controlar todo el ciclo del uranio. En los 70’s, Argentina ya controlaba el ciclo del uranio natural y agua pesada,[16] pero Castro Madero soñaba con controlar el ciclo del uranio enriquecido.

La medida coercitiva de Jimmy Carter apuró los tiempos. Era la oportunidad para lanzarse a enriquecer el uranio argentino, para abastecer a los reactores locales y for export.

Tomada la decisión, Castro Madero blindó a la CNEA. Primero, la blindó de José Alfredo Martínez de Hoz, multiplicando su presupuesto, cosa que no podría haber hecho en otras circunstancias políticas. El físico Diego Hurtado de Mendoza, un honesto defensor del destino nuclear de Argentina, hace el siguiente comentario que corrobora lo anterior, en un artículo publicado en 2009:[17] «Para un país con una economía frágil habría sido muy difícil, si no imposible, en un contexto de democracia alcanzar el consenso necesario para canalizar las enormes inversiones que se hicieron durante este período en el área nuclear.»

Segundo, la blindó, hasta donde pudo, de las bandas armadas de Massera y del general de división Luciano Benjamín Menéndez, seguramente convenciendo a algún uniformado de arriba de que el Proceso ganaba si hacía la vista gorda en la CNEA. Blindada y todo, Castro Madero no pudo evitar la desaparición de 15 trabajadores de la CNEA y de tres alumnos del Instituto Balseiro, los que se suman a los 107 trabajadores echados y a los 120 cesanteados.[18]

En su artículo, Hurtado de Mendoza rescata el testimonio de científiques que juran que Castro Madero «hizo lo que pudo» para protegerles de la persecución castrense. Este solo dato no mejora la imagen del capitán de navío, pero parece ser un hecho que varies salvaron su vida o su empleo a instancias de él.

 

SUEÑOS NUCLEARES. PRIMER TIEMPO

Como comenté, el puntapié inicial al proyecto data de agosto de 1978. Arranca en Bariloche, en instalaciones que INVAP SE poseía en Villa Golf, y más tarde, en agosto de 1981, se extiende a 80 km al SE de allí, a Pilcaniyeu, a orillas del río Pichi Leufu.[19]

Hay varios métodos para enriquecer el uranio: el que estaba al alcance en ese momento era el de «difusión gaseosa», y por ese se optó. Y por difusión gaseosa se logró obtener uranio enriquecido, en la madrugada del 16 de julio de 1983, con un porcentaje de enriquecimiento más alto del esperado.[20] Argentina pasaba a ser el séptimo país en el mundo con esa capacidad.

A comienzos de 1982, la Planta de Conversión de UF6, el hexafluoruro de uranio, el compuesto gaseoso de uranio que se utiliza en el enriquecimiento por difusión, y de hidróxido de aluminio, la materia prima para las membranas por las que se hace pasar el UF6 —lo que se llamó complejo Pilca I—, estaban listas para comenzar a producir.

El insumo para la producción de UF6 era el dióxido de uranio (UO2), el elemento con el que se produce el combustible nuclear, que venia del Complejo Fabril Córdoba. El reactivo de partida era polvo de UO2, el que primero se convertía en UF4 sólido por reacción con HF gaseoso, y posteriormente el UF4 se hacía reaccionar con F2 gaseoso para obtener finalmente el UF6.[21] En Córdoba, el UO2 se obtenía de la refinación, purificación y conversión del yellow cake obtenido de la lixiviación de mineral de uranio, mayormente octóxido de triuranio (O8U3).[22]

A fines de 1982 fue obtenida la primera tonelada de UF6. Entonces, se inició el complejo Pilca II, que se proponía llevar la cascada de 20 unidades a las dimensiones de una planta piloto de 200 unidades. El grado de enriquecimiento depende de la cantidad de veces que se hace pasar el UF6 por esas membranas, de ahí la importancia que posee el número de unidades conectadas en serie o «en cascada».[23] (En cada «pasada», por cada unidad, el uranio solo se enriquece un 0,004%. Memoria Descriptiva del Proyecto, MDP. Estudio de Impacto Ambiental, EIA p. 18.)

El 30 de octubre la Unión Cívica Radical (UCR) gana las elecciones nacionales y provinciales. El ocultamiento de proyecto no daba para más. Había que blanquear.

Fue el mismo Castro Madero el encargado de transmitirle a Alfonsín, antes de asumir la presidencia de la Nación, en qué consistía el proyecto. No sabía con qué podía salirle el abogado de Chascomús. El ánimo del marino, al igual que el de buena parte de los civiles que tiraban del carro del proyecto, era que la democracia no jodiera, que no pusiera palos a la rueda de ese carro que había andado muy bien en dictadura.

Lo de no joder no es una manera de hablar. Refiere Conrado Varotto, impulsor de la creación de INVAP en 1976 y su Gerente General desde ese año hasta 1991, y además amigo personal de Castro Madero,[24] que Osvaldo Álvarez Guerrero, candidato a gobernador de Río Negro por la UCR, lo fue a visitar junto con varios correligionarios para interiorizarse del proyecto de Pilcaniyeu (cuando todavía era ultrasecreto pero evidentemente ya no tanto). El candidato, luego de un comienzo lleno de dudas, terminó positivamente impresionado, y le preguntó a Varotto: ¿En qué podemos ayudarlos?; No jodan, fue la escueta respuesta de Varotto, salida que, hasta el día de hoy, es vista como divertida y festejada por muchos en el entorno nuclear.[25]

Sin mucho ánimo de joder, lo cierto es que Alfonsín metió mano donde debía y, por primera vez en su historia, puso en la CNEA a un presidente civil el ingeniero Alberto Costantini, un ex ministro de Frondizi, habiendo estado en manos de la Armada desde su creación.

Finalmente Menem lo (des)hizo. Si bien las crisis económicas que marcaron el final del alfonsinismo y el principio del menemismo impactaron duramente en el Proyecto Pilcaniyeu, este se paralizó por completo en 1996 como efecto del cambio de contexto internacional de la energía nuclear (¿el cagazo post Chernóbil?) y por diversas decisiones políticas económicas nacionales.[26] En Pilcaniyeu quedaron solo 17 personas para mantenimiento.[27]

Un dato importante: el proyecto no superó la fase experimental; semindustrial en el mejor de los casos:[28] ni en esos años, ni nunca. Oscar Ramírez, de la Universidad Nacional de General Sarmiento, y un grupo de colaboradores lo dicen bien clarito: «hay que tener en cuenta que el enriquecimiento de uranio en el Centro Tecnológico Pilcaniyeu se realiza a escala experimental y no a escala industrial, por lo que no alcanza para abastecer de combustible a las centrales nucleares nacionales. Llevar la planta a escala industrial requeriría de un esfuerzo continuado de varios años.» [29] De hecho, actualmente, el uranio levemente enriquecido para Atucha I es comprado a Brasil.[30]

 

SUEÑOS NUCLEARES. SEGUNDO TIEMPO

En 2006 el país se (re)lanza de cabeza a la aventura nuclear con el (re)lanzamiento del Plan Nuclear Argentino por parte del presidente Néstor Kirchner. Plan Nuclear Argentino que abarca desde la finalización de Atucha II (empezada en 1980) y la construcción de nuevas centrales, la construcción de un prototipo de reactor CAREM (Central ARgentina de Elementos Modulares), la extensión de la vida útil de Atucha I y Embalse, la reactivación de la minería de uranio, la puesta en funcionamiento de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) de Arroyito (Neuquén), hasta la reanudación de las actividades de la planta de enriquecimiento de uranio de Pilcaniyeu.

Con relación a este último punto, el objetivo de fondo era sostener a Argentina en el Grupo de Suministradores Nucleares (GSN), una de las instituciones internacionales que hacen efectivos los lineamientos para el régimen internacional de no proliferación nuclear que otorgó el TNP, y que desde su creación en 1974, regula la exportación de artículos que hayan sido específicamente diseñados o preparados para uso nuclear.[31] (En 2012, Argentina era uno de los 46 países miembros del GSN.)

A principios del 2007 comienza a reactivarse el Módulo Experimental de Enriquecimiento de Uranio del Complejo Tecnológico Pilcaniyeu (CTP) de la CNEA.[32] La reactivación se inicia con tareas de reacondicionamiento y de actualización del complejo (que abarca un predio de 8000 ha con instalaciones cubiertas por un total de 31 ha) para recuperar sus capacidades técnicas y de recursos humanos.

La información sobre las operaciones del CTP entre 2007 y 2012 no es abundante. Se sabe que se aumentó la planta de profesionales y técnicos, que pasó de 17 a 115, y que se construyó, con carácter experimental, uno de los 54 módulos previstos de difusión gaseosa de UF6, que en una primera etapa debía usarse para capacitar personal, probar componentes y estudiar cómo se comporta el proceso sin uso de uranio.[33]

Ya mencioné el método de difusión gaseosa. Según la MDP, el mismo «consiste en hacer pasar un compuesto de uranio gaseoso a través de membranas porosas que facilitan el pasaje del gas más liviano y dificultan el pasaje del gas más pesado (proceso denominado difusión molecular). En este proceso, el compuesto de uranio utilizado es el hexafluoruro de uranio (UF6)» (…) «para alcanzar grados de enriquecimiento significativos, es necesario hacerlo pasar sucesivas veces por las membranas lo que se logra conectando en serie muchas etapas de enriquecimiento, en una configuración denominada cascada» (MDP. EIA, p. 13).

Esta nueva etapa también demandó la readecuación de las disposiciones ambientales vigentes, y la presentación de un Estudio de Impacto Ambiental (EIA). (El que fue realizado por la Universidad Nacional del Comahue UNCo, y que vengo refiriendo en este posteo.) También demandó un Plan de Gestión Ambiental para la puesta en marcha de las diferentes plantas del complejo.

Para tener un cuadro completo de las acciones emprendidas en esta etapa de reactivación, recomiendo este trabajo de Daniel Brasnarof  (gerente del Complejo Tecnológico Pilcaniyeu) y colaboradores.


NO JODAN. SEGUNDA TEMPORADA

El gobierno de Río Negro recibió el EIA terminado en octubre de 2012 el 19 de marzo de 2013. Pero no lo hizo público de forma inmediata. Evidentemente, el gobernador Alberto Weretilneck seguía con el ultrasecretismo de la CNEA en dictadura.

Pero ya no estábamos en dictadura y finalmente se conoció su existencia, el 4 de junio de 2013, cuando «ADN» (Agencia Digital de Noticias de Río Negro) denunció un pacto entre el ministro de Planificación Federal Julio de Vido y Weretilneck, para aprobarlo en forma rápida y sin audiencia pública (AP).[35] Estaba todo abrochado. Un medio nacional, «Página 12», había deslizado la versión de que la planta comenzaría a funcionar en junio de 2013.[36]

Finalmente, de Vido y Weretilneck se salieron con la suya y la provincia aprobó el EIA mediante Res. N° 010/2014 SAyDS/2014, con fecha 9 de enero de 2014.

Obviamente hubo quilombo.[37] Hubo un pedido de informes de un grupo de legisladores radicales,[38] y un pedido de amparo ante el Superior Tribunal de Justicia de uno de ellos, Alejandro Betelú,[39] exigiendo la nulidad de esa Resolución.[40], que fue respondido en noviembre de 2014. En su fallo, el juez ordenó convocar a una AP, aunque no hizo lugar al pedido de nulidad.[41] Además, ordenó que la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la provincia emita una nueva resolución ambiental con posterioridad a la AP.

Al convocarse la AP, la población recién pudo conocer de qué se trataba el proyecto, ya que el EIA incluía la Memoria Descriptiva del  mismo que había entregado la CNEA, en la persona del gerente del CTP de ese momento: Edgardo Isnardi (EIA, pp. 1355).

Transcribo lo que posteé sobre las AP y la ley provincial N° 3.266: «Si vamos al art. 9 de la Ley N° 3.266 (sancionada el 16/12/98) allí se dice: «La autoridad de aplicación convocará a audiencia pública cuando conforme a la reglamentación corresponda, a las personas físicas o jurídicas, públicas o privadas, estatales o no, potencialmente afectadas por la realización del proyecto y a las organizaciones no gubernamentales interesadas en la preservación de los valores ambientales que la presente ley protege.» (Las negritas son mías y este comentario también: siempre que una norma legal remite a su reglamentación, hay trampa.)

La reglamentación en realidad no indica nada, pero la ley N° 3.284 (sancionada el 24 de marzo de 1999, a cuatro meses de sancionada la otra, la 3.266) dice que las audiencias públicas se deben pedir. Las deben pedir «todos aquéllos que puedan verse afectados o tengan un interés particular expresen su opinión respecto al tema en cuestión.» (3.284, Art. 3a). Como podrán imaginarse, no es cosa fácil pedir una audiencia pública: solo pueden hacerlo (para casos como el que estamos analizando) los ciudadanos que puedan considerarse afectados por una toma de decisión administrativa, que representen el diez por ciento (10%) del electorado del circuito donde la medida tendría sus efectos o del total de la provincia si fuera un acto de alcance general (Art. 10 d). Todo para pedir una audiencia no vinculante. Una trampa perfecta. (Las negritas son mías.)»[42]

En el caso de la AP por la planta de Pilca, evidentemente, el detonante para convocar a la AP fue la orden judicial. Recién ahí el gobierno provincial aflojó; no por temor al costo político o social, mucho menos por vocación democrática, sino por imposición de la Justicia.

En definitiva, al no quedarle otra, la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Río Negro convocó a una AP. La misma se realizó el 27 de febrero de 2015 a las 9 de la mañana en el Gimnasio Polideportivo Municipal de Pilcaniyeu.

Previo a eso, el 13 de febrero, Betelú hizo un pedido de informes al DPA (Informe N° 20/2015[43]), solicitando información sobre las autorizaciones que ese organismo había (o no) dado a la CNEA para la extracción de agua pública y el volcado de efluentes. El pedido fue respondido e ingresado a la Legislatura el 30 de junio (bastante tiempo después de realizada la AP), aunque esa respuesta no figura en su página web.[44]

Volviendo a la audiencia. Veintiséis expositores se anotaron para emitir opinión sobre el EIA «Reactivación Modulo Experimental de Enriquecimiento de Uranio del Complejo Tecnológico Pilcaniyeu (CNEA)», cada une de les cuales contaría con 5 minutos para emitir su opinión.[45] Antes, siete expositores e invitades especiales se tomarían su tiempo para cantar loas al proyecto. (Cuentan las malas lenguas que, ante la perspectiva de un Polideportivo vacío, las autoridades nucleares obligaron a los trabajadores a hacer acto de presencia, ocupando todas las sillas y gradas.)

 

El EIA

El EIA abarca la infraestructura vinculada a tres plantas del CTP: 1) la Planta de Enriquecimiento de Uranio por difusión gaseosa o Mock-Up, 2) la Planta de Flúor, y 3) la Planta de Tratamiento de Efluentes, así como todo lo relacionado con los procesos que se realizan en esas instalaciones.

El documento consta de tres volúmenes: el Volumen I (pp. 1—74) contiene la Introducción, el Marco Legal, la Metodología, y la MDP; el Volumen II (pp. 75—334) contiene la línea de Base (LB, es decir el estado ambiental actual), y el Volumen III (pp. 335—506) la Valoración de los Impactos, las Recomendaciones, los Planes de Monitoreo Ambiental y la Seguridad y Contingencia. En este posteo abordaré brevemente a) la MDP, b) la LB, c) la Valoración de los Impactos, y por último d) algunas de las Recomendaciones generales.

Normalmente, un EIA prevé los impactos positivos y negativos de un proyecto. La consultora que contrata la empresa para la elaboración del EIA complementa el proyecto, subrayando sus posibles impactos negativos y proponiendo medidas de mitigación (los impactos positivos suelen destacarse menos, porque son precisamente los que justifican el proyecto).

Este del CTP es un EIA atípico. En primer lugar, porque se entremezcla una evaluación a priori de impactos y recomendaciones para mitigarlos (la previsión que se hace normalmente en este tipo de estudios), con una evaluación a posteriori (que se halla contenida en la LB) y recomendaciones para remediarlos. Esto porque, recordemos, se trata de la reactivación de una planta que había estado funcionando (sin que mediase un EIA, dicho sea de paso). Por lo tanto, este EIA nos da valiosa información sobre todo lo que se hizo mal hasta hoy.

En segundo lugar, porque el grupo al que se encomendó el EIA no es una empresa consultora sino un equipo perteneciente a una universidad pública, lo que da mayores garantías de que lo que se hizo mal no fue omitido o disimulado en el documento final. Y conocer qué se hizo mal interesa muchísimo, entre otras cosas porque permite contrastar la realidad con el discurso institucional; lo que la CNEA hizo con lo que dice que hará de aquí en adelante. Porque si hicieron mal habiendo podido hacerlo bien, une podría elegir no creerles: a CNEA que no contaminará y que monitoreará, y a los organismos de control del gobierno que controlarán.

La encargada de exponer el EIA en la AP fue la responsable técnica del equipo multidisciplinario que lo elaboró: la ecóloga Luciana Ghermandi del INstituto de Investigaciones en BIOdiversidad y MedioAmbiente (INIBIOMA) de la UNCo-CONICET.[46] En su exposición, Luciana hizo un punteo de los principales aspectos del EIA, que son más bien pautas que orientan la lectura del documento entero. El Power Point de su presentación fue subido a ResearchGate por la propia Ghermandi y puede consultarse aquí.

Lo que sigue fue tomado de ese Power Point y del propio EIA, que me facilitó Ana Wieman de la ONG de Bariloche «Árbol de Pie».

Dicho sea de paso, fueron Ana y Juan José Paterno de «Árbol de Pie», Luisa Salazar en representación de las comunidades originarias de la región, Grace de Haro y Claudia Rivero, les uniques que, esa día de febrero, plantearon objeciones al proyecto y dudas con respecto al EIA. Juanjo, por ejemplo, reclamó que «desde el Hospital Zonal Bariloche se programe el correspondiente estudio epidemiológico, a fin de poder contar con la herramienta que permita a Salud Pública el estudio de las diferentes enfermedades o eventos relacionados con la salud.»[48] Descuento que en casi 10 años no se ha hecho nada de esto.

Un primer punto que destaca el EIA es que el mismo no incluye una «Evaluación de Riesgos Ambientales» (ERA). Mediante estos ERA se busca reunir información precisa que permita jerarquizar los riesgos de una instalación en base a criterios sociales, económicos y ambientales, además de la formulación de diferentes escenarios de riesgo (por ejemplo, sustancia: ácido sulfúrico; escenario de riesgo: fuga de tanque; causa: falla humana; consecuencia: nube tóxica), considerando para cada caso una probabilidad de ocurrencia y la gravedad de las consecuencias. Más allá de eso, les autores del EIA recomiendan a la CNEA que esa evaluación se haga. ¿Se hizo? Parece que no.

Los objetivos del EIA son los siguientes (diapositiva 6, Introducción, en el EIA):

1-Describir el emprendimiento (como comenté, el documento incluye la MDP y varios Anexos aportados por la CNEA).

2-Delimitar y describir el medio sobre el que tendrá efectos el proyecto (el área depende del componente estudiado). Elaborar lo que se conoce como LB.

3-Reconocer y valorar los efectos generados por las acciones del proyecto sobre el ambiente. Es decir, medir los IMPACTOS.

4-Recomendar medidas mitigadoras, correctoras y/o compensatorias de los impactos.

5-Elaborar planes de monitoreo de las variables y/o indicadores escogidos para controlar en el tiempo la dinámica de los impactos.

a. MDP (EIA, pp. 1355)

Recordemos que este documento fue aportado por la CNEA (es, en definitiva, el material sobre el que les autores del EIA realizaron su evaluación y sus recomendaciones). Si bien son pocas páginas (42), es un texto súper técnico, de difícil lectura para quienes no somos ingenieres. Algunos de los aspectos técnicos sobre el enriquecimiento de uranio ya los comenté. Aquí daré solo algunos datos para tener en cuenta al momento de desarrollar la Valoración de los Impactos, cosa que haré más adelante.

Tema agua. Como prácticamente todos los procesos industriales, el enriquecimiento de uranio requiere agua. No tanta como la megaminería, el fracking, o el hidrógeno verde, pero sin agua no es posible. Y el agua requerida, reconoce la CNEA en la MDP, la sacarán del río Pichi Leufu.

El problema es que el Pichi Leufu no es el Amazonas, ni siquiera el Limay, donde desemboca a la altura del embalse Alicura. Su caudal promedio anual histórico es un poco más de 10 m3 por segundo, de acuerdo con las mediciones realizadas por la propia CNEA, pero con mínimos de 0,05 m3 en diciembre, donde es apenas un hilito de agua (tomado desde el puente de la RN N° 23, EIA, p. 205). Esto plantea dos problemas, reconoce la CNEA: uno es la limitación para la extracción de agua, y el otro la limitación para el volcado de efluentes.

Extracción de agua. La CNEA piensa extraer 40,5 m3 diarios de agua si se promedian los 330 días al año de operación, ya que en enero no opera la instalación (34,2 m3 diarios promediando los 365 días del año) (MDP. EIA, p. 45) (Por esta razón, en la parte del EIA correspondiente a «Recomendaciones», les autores del EIA recomiendan bombear agua de noche, porque hay más caudal, y regular la tasa de extracción diaria de agua de diciembre a marzo, EIA, p. 352.) 

Las previsiones de consumo de agua corresponden a cinco áreas:

1-consumo de procesos: agua que entra en contacto con las sustancias que se están procesando. Abarca la Mock-Up, la Planta de Flúor, y la Planta de Tratamiento de Efluentes;

2-consumo de servicios auxiliares de planta. Corresponde a un 65% del consumo total de agua (26,7 m3 diarios en promedio). Consumo de agua destinada a la calefacción y a los sistemas de refrigeración del equipamiento y de los recintos de las plantas de procesos;

3-consumo de limpieza y descontaminación. Limpieza para reutilización de componentes;

4-consumo en infraestructura general. Limpieza de vehículos, edificios, calles, etc.;

5-consumo humano. Bebida y aseo del personal.

De toda el agua usada, un 44,81 % se evaporará, un 24,7 % irá al terreno a través de drenajes o en forma directa, y un 30,42 % a la Planta de Tratamiento de Líquidos Cloacales (PTLC) (MDP. EIA, pp. 44, 45). Un 0,08% irá a la Planta de Tratamiento de Efluentes (que es independiente de la PTLC).

Descarga de efluentes. La CNEA propone tirar al río los efluentes líquidos, previo paso por una Planta de Tratamiento de Efluentes (para el que se requiere ese 0,08% de agua del río que mencioné en el párrafo anterior).

Esto, a pesar de la importancia del asunto, no está destacado en la MDP como debería: se habla, para los efluentes en general, de «descargas hacia el exterior», «descargas al ambiente» (MDP. EIA, p. 26). Para los efluentes conteniendo solo fluoruros, el documento menciona que se generarán entre 800 y 900 kg de barros por año, que serán «depositados en trincheras habilitadas para tal fin» (MDP. EIA, p. 29), sin indicar dónde se excavarán esas trincheras. En principio, esos barros no alcanzarían el río. Pero solo «en principio» porque, como comentaré más adelante, es posible que esos efluentes contaminantes lixivien en exceso y alcancen la napa freática... e indirectamente el río. El EIA da instrucciones precisas sobre el modo en que se deberían construir estas trincheras.

Recién en la parte correspondiente a los «Efluentes de Servicios Auxiliares» (MDP. EIA, p. 31) se reconoce que habrá un «canal de descarga al río», pero inmediatamente se aclara que las descargas se harán en cantidades aceptadas por la ley en cuanto a las concentraciones de fluoruros. Y que en verano, que es cuando el caudal del río es mínimo, no se efectuarán descargas (tb. MDP. EIA, p. 69).

Todos esos efluentes, algunos de los cuales poseen uranio y fluoruros, corresponden a:

1-efluentes de procesos: Planta de Flúor (fluoruros y flúor, muy corrosivos) y Mock-Up (fluoruros y uranio);

2-efluentes de servicios auxiliares: circuitos de refrigeración y calefacción, de limpieza de pisos y de lavabos de áreas que no contienen uranio pero pueden tener fluoruros en solución;

3-efluentes de limpieza y descontaminación de componentes: tareas de mantenimiento y reparación de componentes del Mock-Up. Pueden tener uranio (MDP. EIA, p. 26, 27).

Otros efluentes, sólidos. Con respecto a los efluentes conteniendo uranio y fluoruros, se menciona que los sólidos provenientes de un precipitador serán almacenados en contenedores de residuos radiactivos de Baja Actividad Específica «disponibles en el Complejo» (MDP. EIA, p. 30), sin dar mayores detalles.

Tema riesgo de contaminación radiactiva. Otro aspecto interesante que aborda la MDP es el referido a la salud laboral y los riesgos de contaminación radioactiva. La CNEA no duda: no hay riesgo para los trabajadores por la baja radioactividad del UF6 (MDP. EIA, p. 73). Esto, concluyen desde el organismo, porque «en ningún momento se está cerca de la dosis admisible, no se requiere de dosímetros ni de protecciones especiales contra la radiación del uranio natural o levemente enriquecido» (MDP. EIA, p. 74).

Sin embargo, el reciente (setiembre de 2023) fallo del juicio que llevó adelante un trabajador que cumplió funciones desde 1982 hasta 1988 en la Planta de Enriquecimiento de Uranio, y a partir de 1990 en el Centro Atómico Bariloche (CAB), siempre manipulando uranio, y que contrajo cáncer de riñón con metástasis al pulmón, parece decir otra cosa. Allí, y es lo que interesa destacar, los jueces consideran que hay fundamentación para acreditar una relación causal entre las tareas que desempeñó el trabajador y la patología que padece (el cáncer). Las notas de prensa que dan cuenta del fallo destacan que el mismo «desestima» la responsabilidad de INVAP.[49] En efecto, la Ley 24.557/1995 en su Art. 28, establece que la empresa que contrata una ART no se hace cargo de pagar las indemnizaciones. Pero no exime a esa empresa de la responsabilidad civil y de las sanciones administrativas que eventualmente le puedan caber. Aquí se puede leer el fallo completo.

b. LB (EIA, pp. 75-334)

La LB es la primera parte del EIA propiamente dicho. Contiene una caracterización biofísica del sitio del emplazamiento, un apartado sobre los efluentes, y otro vinculado al medio social y económico. De nuevo: no haré un resumen completo de la LB; solo mencionaré algunas cosas que me parecen interesantes de destacar.

En la parte de la LB correspondiente a «Efluentes» (EIA, p. 264) se menciona la presencia de uranio en el humedal (no está dicho expresamente, pero se entiende que en el suelo del humedal), lo que dio pie a la medida de mitigación que se describe en la parte «Recomendaciones». (De la presencia de uranio en el humedal se brindan mayores detalles en la parte «Valoración de los Impactos», pp. 362 y 363.)

El humedal es también mencionado en la parte de la LB correspondiente a «Vegetación» (EIA, p. 274 y ss). Ahí nos enteramos de que el humedal «es el lugar actual de vertido de efluentes cloacales» (EIA, p. 292). Más adelante nos enteramos que ese volcado de efluentes contribuyó a que el humedal se viera invadido de especies exóticas (EIA, p. 297).

El asunto del humedal contaminado con uranio es, posiblemente, la mayor preocupación de les ecologistas. Y también de la CNEA, que actualmente trabaja en ver la forma de arreglar el desastre que dejó.

Como comenté, la LB incluye una sección sobre el Medio Social y Económico (EIA, pp. 317334). Esta parte del EIA fue realizada por Norberto Rocha, María Ángeles Dallavia y Vanesa Halblaud. Norberto Rocha es comunicador social de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNCo.

Leí unos cuantos EIA, y no recuerdo uno en donde se exprese tan claramente como en este que el proyecto en cuestión no cuenta con licencia social. Insólito (aunque no tanto si se conoce el paño): la Secretaría de Medio Ambiente de Río Negro aprobó un EIA de un proyecto, el cual dice que la gente no está de acuerdo con el proyecto.

Para tantear el ánimo de la gente, les autores de esta parte del EIA hicieron un montón de entrevistas (142 en total), todas en Pilcaniyeu, tanto en la zona urbana como rural. Lo hicieron los primeros meses de 2012. (En 2010, la población de Pilcaniyeu era de poco menos de 7.500 habitantes.)

Las entrevistas recogieron opiniones en contra y a favor de 1) la reactivación del plan nuclear argentino y 2) la puesta en marcha del CTP.

Un 75% de les entrevistades estuvo en contra de la producción de energía nuclear, aunque un porcentaje un poco menor estuvo de acuerdo con la política nuclear que lleva adelante el estado. Un 60% estuvo en desacuerdo con la reactivación del CTP. Aunque muy poques se opusieron al «avance tecnológico»; así, dicho en general. (¿Quién podría?).

Estos últimos números no figuran en el Power Point presentado en la AP, pero seguro que fueron mencionados. De hecho, en la diapositiva 22 hay una serie de recomendaciones que se entienden solo a partir de lo que mostraron las entrevistas:

«Recomendamos que la CNEA cuente con un equipo permanente de divulgación, encargado de trasladar al lenguaje coloquial las actividades de la institución.»

«La CNEA debería invertir recursos para que la energía nuclear pueda ser vista como una fuente energética útil para el país, que puede coexistir con los recursos naturales.»

«Consideramos conveniente que la CNEA haga pública la información fehaciente de sus actividades y propósitos, excluyendo aquellos considerados secretos del estado nacional y que impulse y participe activamente en un amplio debate nacional sobre la necesidad y conveniencia del desarrollo nuclear argentino.»

(¿Invertir recursos para convencer o impulsar un amplio debate? Porque son cosas muy distintas.)

Sigo con el Medio social y económico.

El EIA percibe una opinión negativa en los medios de comunicación, y se extiende mucho en este aspecto. No voy a detenerme en lo que aparece en los medios de comunicación, aunque interese al comunicador social. Salto esta parte y voy derecho a las entrevistas (EIA, p. 326).

Como comenté, el estudio del medio social y económico muestra que una mayoría de la población entrevistada está en contra de la reactivación de la planta, aunque no conoce lo que se haría en el CTP (más de un 80% de les entrevistades, EIA, p. 329). Los argumentos que esgrimen les entrevistades para oponerse se distribuyen de la siguiente manera, por orden de frecuencia:

Tema contaminación. La gente siente temor por la contaminación del agua y el ambiente (casi un 100%, p. 329, fig. 8.1), siendo el río Pichi Leufu el elemento a preservar más valorado (EIA, p. 331). Preocupa la contaminación del río y la disminución de su caudal. Algunos pobladores ya registran un menor caudal y ven señales de contaminación, así como problemas de salud en la población. Les preocupa la generación y disposición de residuos peligrosos y, en menor medida, su transporte. Solamente dos entrevistados, un productor mediano y un citadino, informaron que podían usar el agua sin problema alguno.

Otro temor es que la Patagonia se convierta en basurero nuclear. No es un temor infundado. Los procesos del CTP generan residuos nucleares o no, pero tóxicos en su mayoría que hay que poner en algún sitio. Si se habilita un basurero en Pilcaniyeu (con ese nombre o algún eufemismo; ponele, «repositorio permanente»), no es imposible que el día de mañana se amplíe a otras actividades de la CNEA. No hay que olvidar que el proyecto del basurero nuclear en Gastre, tirado abajo por el pueblo de Chubut en 1996, fue impulsado desde la CNEA, siempre tan necesitada de basureros.

Tema difusión de la información. La gente no le tiene confianza a la CNEA como comunicadora. Incluso piensa que da información falsa (la política comunicacional de la CNEA posee un 100% de valoración negativa. EIA, p. 329, fig. 8.1). Al respecto, les vecines denuncian que los comunicadores de la CNEA son soberbios, carentes de voluntad para informar y comunicarse.

Les entrevistades creen «que la CNEA llevará a cabo sus propósitos en una u otra forma, tarde o temprano. Los estudios de impacto ambiental y el hecho de pedir la opinión de los pobladores respecto del CTP, son considerados hechos tardíos (valoración negativa), ya que el CTP ya es una realidad no previamente consultada con los pobladores locales, y las consecuencias ambientales de sus actividades están en marcha y no hubieron estudios previos a su instalación.» (EIA, p. 333.) Claro, la gente no es tonta y sabe.

Tema accidentes y seguridad. Les entrevistades están preocupades por esto también. En este sentido, desde «Árbol de Pie» aseguran que no hay un plan de evacuación en áreas lindantes a la planta, como tampoco lo hay en la ciudad de Bariloche, al menos uno que la gente conozca, y eso que tienen un reactor nuclear: el RA-6. (Con relación a esto último, en una nota datada el 13 de mayo de 2016 enviada por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Río Negro «Árbol de Pie» por intermedio de la Defensoría del Pueblo de la provincia, el gerente del área de Seguridad Nuclear de CNEA informó que «las características del REACTOR RA-6 y las actividades que allí se desarrollan no ameritan realizar simulacros de evacuación ni acciones de preparación ante emergencias radiológicas y/o de las comunidades cercanas.» Dice el gerente que los simulacros son solo para el personal del Centro Atómico y que abarcan a las comunidades solo en el caso de reactores de potencia. Ver aquí información sobre el simulacro realizado en setiembre de 2023 en Lima y Zárate.)

Tema confianza en los controles. Les entrevistades no confían en los entes reguladores del funcionamiento del CTP.

Conclusión (transcribo): «(E)n el balance de costos-beneficios hecho por la población local respecto de las actividades del CTP, y considerando que los beneficios serían solo en el orden nacional, los costos se consideran más importantes que los beneficios. Además preocupan y asustan.» (EIA, p. 332.) Fin.

c. Valoración de los Impactos (EIA, pp. 335351)

Uno de los aspectos centrales del EIA es la Valoración de los Impactos (negativos y positivos). Este análisis se realizó en base a una metodología rigurosa, que otorga un puntaje a cada acción del proyecto en función del impacto que causa en cada componente socioambiental (natural y socioeconómico) (por ejemplo, el uso del repositorio de F2Ca), luego de un meticuloso análisis entre les especialistas del equipo.

La intensidad de esos impactos fue evaluada para las etapas de construcción (de la nueva infraestructura en este caso) y operación del CTP. La etapa de abandono no fue evaluada con esta metodología. Aunque la CNEA incluyó en la MDP una estrategia de desmantelamiento de la Mock-Up, les autores del EIA entendieron que eso requería de un EIA aparte, la cual debía realizarse más cerca de la fecha de abandono (a ocurrir en 30 años).

Etapa de construcción. (EIA p. 337 en adelante. El cuadro de la diapositiva 14 está en la p. 339.)

En esta etapa, les autores del EIA consideran que hay impactos no significativos en la economía local debido a que «es poco el ingreso de dinero producido por estas acciones en proporción al movimiento económico local y regional». (EIA p. 340). Consideran impactos positivos altos para el medio receptor socioeconómico «desarrollo científico», por el equipamiento de los laboratorios de alta tecnología y precisión, e impactos positivos medios en la población. Consideran impactos negativos bajos para las obras civiles, para el medio receptor natural «atmósfera» (calidad del aire y medio sonoro) (EIA, p. 339).

Etapa de operación. (EIA p. 341 en adelante. El cuadro de la diapositiva 16 está en la p. 342.)

Sin duda, esta es la etapa que más impactos genera.

Con respecto al agua del río, el uso de los 40 m3 diarios previstos para esta etapa genera en el río Pichi Leufu un impacto no significativo en cuanto a la cantidad (EIA p. 343) En cuanto a la calidad, el EIA considera un impacto negativo bajo en el agua debido a los efluentes de servicios auxiliares (fluoruros) (EIA p. 344), y un impacto negativo medio, debido a los efluentes cloacales (EIA p.  345).

Eso en cuanto a la cantidad y calidad del agua del río. En cuanto al impacto sobre el sedimento del río, los autores del EIA dan cuenta de un impacto negativo alto debido al volcado de efluentes cloacales (EIA p. 345 y 346).

El contacto entre los efluentes tanto de fluoruros como cloacales y el suelo es mínimo, por lo que el impacto sobre la química del suelo es no significativo (EIA p. 344).

Sin embargo, se reconoce un impacto negativo alto en la química del suelo por la disposición final del fluoruro de calcio (CaF2) en las trincheras. (El CaF2 es un residuo del tratamiento de los efluentes de la Planta de Producción de Flúor, el cual es tóxico e insoluble.[51])

Específicamente, el CaF2 se obtiene del proceso por el cual se insolubilizan los principales contaminantes existentes en los efluentes gaseosos de la planta: el fluoruro de hidrógeno (HF) y el flúor (F2). Como estos son altamente corrosivos, es necesario tratarlos con lechadas de cal para retenerlos bajo la forma de CaF2 que, como dije, es insoluble (y por ende más manejable) (MDP. EIA, p. 27; p. 33, fig. 1).

(La producción de flúor es fundamental, no solo para la obtención del UF6, sino para hacerlo circular por la Mock-Up previo al UF6, a los efectos de reducir la reacción de este gas con la humedad del sistema, etapa que es conocida como «pasivado», y que genera residuos como el ácido fluorhídrico, que es irritante, corrosivo y tóxico. EIA, p. 20. Precisamente, con ácido fluorhídrico se quemó un técnico del CTP en noviembre de 2014, por lo que debió ser hospitalizado.)

El uso de ese repositorio de CaF2 tiene un impacto negativo medio sobre la calidad del agua subterránea (EIA, p. 347) y en la abundancia y riqueza de la fauna terrestre (EIA, p. 347).

Con respecto al Impacto de los efluentes de servicios auxiliares en la abundancia y riqueza de la fauna bentónica, el EIA reconoce un impacto medio (EIA, p. 344). Por lo mismo que lo anterior, reconocen un impacto bajo sobre la fauna de peces (EIA, p. 344).

Los efluentes cloacales tienen un impacto medio sobre la calidad de agua superficial (EIA, p. 345), pero ese impacto es valorado como alto sobre los sedimentos (EIA, p. 346), y bajo sobre la fauna de peces y el bentos (EIA, p. 346).

Con respecto al impacto en el medio receptor socioeconómico, durante la operación se valora un impacto alto en la generación de empleo (aunque solo 12 de los 177 empleados de Pilca II procederían de Pilcaniyeu como personal de apoyo: el resto serían técnicos de San Carlos de Bariloche o profesionales del resto del país) y medio en la capacitación de personal de la población, capacitación que se presume no será de alta complejidad tecnológica en todos los casos (EIA, p. 350).

d. Recomendaciones (EIA, pp. 352374)

El EIA ofrece una serie de recomendaciones generales para la prevención y mitigación de los impactos valorados. Ya mencioné algunas de ellas, por ejemplo, la recomendación de no extraer agua del río Pichi Leufu de noche, y la de regularizar la tasa de extracción diaria de diciembre a marzo (EIA, p. 352).

Otra es que el repositorio del CaF2 esté localizado en un sector «con suelo, no rocoso, lejos de los mallines, del cauce del río Pichi Leufu y sus afluentes, y donde las napas de aguas subterráneas estén profundas.» (EIA, p. 358). Ese repositorio, se recomienda, deberá consistir en una serie de trincheras de un metro y medio de profundidad, las cuales se irán rellenando con los residuos y con capas de suelo profundo de 10 cm de espesor en forma alternativa (capas estas últimas que resultan de la excavación de la trinchera) para evitar la voladura del residuo de abajo. Una vez colmado el repositorio, deberá colocarse la capa superficial de suelo extraída en la excavación, de unos 20 cm, y proceder a trasplantar plantas nativas de la zona. Les autores del EIA recomiendan no regar esas plantas, «para evitar un exceso de lixiviación del CaF2 a la napa freática» (EIA p. 359). (Pregunto desde mi más absoluta ignorancia: ¿y si llueve mucho y se inunda?)

Por otra parte, y debido a esto último, les autores del EIA recomiendan un mapeo de la vulnerabilidad a la contaminación del acuífero, especialmente del acuífero subfluvial (EIA, p. 363, 364). (¿Esto se hizo?)

Siempre en la parte de «Recomendaciones», bajo el subtítulo «Humificadora para fijar fluoruros» correspondiente a las especificaciones técnicas para la construcción del humedal artificial (EIA, p. 356), el documento vuelve sobre el asunto de la contaminación del humedal. Nos enteramos en esta parte de que el humedal «recibió en el pasado (¿en los años 80 y 90?) los efluentes cloacales y de procesos industriales de PILCA II»  (EIA, 356). Los valores de contaminación con uranio del humedal «a la entrada del efluente» dieron 60 mg/kg, y «a la salida del efluente» 686 mg/kg, correspondiéndose este último con los valores más altos de concentración de uranio en suelo en depósitos superficiales de yacimientos de uranio en Canadá (572 mg/kg) (EIA, p. 356).

Dos cosas: la primera, hay una aparente inconsistencia con lo que se indica en la p. 292, de que el humedal «es el lugar actual de vertido de efluentes cloacales». Segunda cosa: nos enteramos recién aquí de que el humedal recibió también efluentes de procesos industriales. Hasta ahora solo se habían mencionado efluentes cloacales, pero, claro, el uranio del suelo del humedal mencionado no pudo provenir de allí. En el Anexo VII (EIA, p. 443) se reconoce que «(l)os altos valores de uranio en el suelo del humedal indican que en el pasado se realizó una disposición final del efluente de proceso conteniendo uranio en este sector» (las negritas son mías).

En definitiva, hay uranio en el suelo del humedal «retenido en las partículas del suelo y en las raíces de las plantas». Pero también y de esto nos enteramos recién a esta altura del documento en el agua subterránea, en un pozo cercano a la desembocadura del humedal al río. Esto último muestra que «parte de esta sustancia (se refiere al uranio) está percolando en el perfil del suelo y está llegando al río» (EIA, p. 356). Lo dicen nuevamente  más adelante: «es obvio que hay una entrada al río de este elemento (el uranio), lenta y constante, la cual aumenta por escurrimiento de los efluentes cloacales y servicios auxiliares» (EIA, p. 363).

Por esta razón, les autores del EIA recomiendan que la toma de agua de la planta se ubique río arriba de la desembocadura del humedal natural y artificial. Hacen esta recomendación, explican, «basándonos en el resultado de los análisis de agua subterránea del pozo 11 (ubicado a 100 m río arriba de la toma de agua actual…) En el agua de este pozo se encontraron 3,5 μg/l de uranio… y los valores máximos permitidos por la EPA de USA son de 1,5 μg/l…» (EIA, pp. 362 y 363; EIA, Anexo VII, Tabla 1, p. 441).

En línea con una nota fechada el 24 de mayo de 2011 emitida por el Departamento Provincial de Aguas (DPA) (EIA, Anexo III, p. 444), les autores del EIA hacen una recomendación que cae de madura: no tirar más nada en el humedal natural. Al respecto proponen construir un humedal artificial, para lo cual dan una serie de pautas (EIA p. 353). (Con relación a este asunto, luego de la AP, las organizaciones ecologistas expresaron que no quedaba claro durante cuánto tiempo se seguiría usando el humedal natural, ni tampoco los plazos para su remediación.[52]) En cuanto a las acciones a tomar en el humedal natural, el EIA solo menciona cercar y techar el sector con alambre tejido con el objetivo de evitar que los animales coman plantas y el uranio se acumule en los sucesivos eslabones de la cadena trófica, y se disperse (EIA, p. 357). 

Por último, el EIA da una serie de recomendaciones de la componente socioeconómica (EIA, p. 368374). Recomienda que la CNEA cuente con un equipo permanente de divulgación. Bah, en realidad, lo que recomienda es que la CNEA profesionalice a su equipo de comunicación. Bah, su equipo de propaganda, más bien («… la CNEA deberá invertir recursos para que la energía nuclear pueda ser vista como una actividad o industria necesaria para el país, que puede coexistir con los recursos naturales…» EIA, p. 370). Ah, y les recomienda que se pongan las pilas con la propaganda porque si no el proyecto por las buenas no entra.

 

LO QUE SIGUIÓ

Hasta aquí, el EIA tal como fue presentado públicamente en la audiencia del 27 de febrero de 2015.

¿Qué pasó luego? Mucho.

El 4 de marzo de 2015, Alejandro Betelú presenta un proyecto de ley para la creación una Comisión Especial de Control y Evaluación para el Seguimiento del Proceso de Reactivación del Complejo Tecnológico Pilcaniyeu para enriquecimiento de uranio. El proyecto fue aprobado por mayoría y plasmado como Ley N° 5043/2015, sancionada en mayo de 2015 y actualmente vigente (a abril de 2024).[53] Pregunto: ¿ha hecho algo esta comisión? Porque en la página web de la Legislatura figura como que no han hecho nada desde su creación.[54]

El 10 de marzo de 2015, se conoce que la defensora del pueblo de Río Negro Nadina Díaz, quien había visitado el CTP en octubre 2013,[55] solicitó ampliaciones con respecto al saneamiento del humedal natural, y pidió que se hiciera el ERA, además del EIA para la etapa de cierre.[56] ¿Se ha hecho algo de todo esto? Porque tiempo han tenido.

El 16 de marzo de 2015, «Árbol de Pie» eleva una extensa nota a la secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Río Negro, reiterando el pedido de un informe de riesgo radiológico, en virtud de la existencia de fuertes indicios de contaminación con uranio y níquel en las aguas del río Pichi Leufu. Asimismo, solicitan información sobre el supuesto enterramiento, en ciertos sectores del CTP, de radiadores de la torre de refrigeración, a raíz de la denuncia de un ex trabajador de la planta. También, pide un relevamiento de todo el predio del CTP, no solamente el de Pilca II, que es el que cubre el EIA. En esa nota, les ecologistas de «Árbol» hacen un montón de consideraciones sobre las distintas intervenciones realizadas en el marco de la AP. Por ejemplo, señalan que no hubo precisiones sobre el destino del uranio empobrecido, y sobre el contenido de unos tambores de plástico hallados sobre el arroyo Ardillas. Por último, piden precisiones sobre la futura demanda de uranio de la planta (¿con el uranio que tienen alcanza? ¿hará falta extraer y transportar más?)

El 30 de junio de 2015, ingresa a la Legislatura de Río Negro la respuesta de la superintendenta del DPA Raquel Morales al pedido de informes del legislador Betelú con respecto a las autorizaciones para la extracción de agua y el volcado de efluentes. Como comenté, la respuesta completa no se hizo pública (al menos no está en la página web de la Legislatura), aunque trascendieron algunos fragmentos.[57], [58] Esos cachos de respuesta son difíciles de evaluar, pero hay uno que no es muy tranquilizador. Dice la superintendenta: «varias de las consideraciones del estudio de impacto de la Uncoma elevado por la CNEA perdieron vigencia». Ok, pero nos quedamos con las ganas de conocer cuáles son esas «consideraciones». 

El 16 de julio de 2015, la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Río Negro emite una nueva resolución ambiental que plantea nuevas exigencias a la CNEA: la toma periódica de muestras de agua; la realización de análisis físico-químicos cada cuatro meses con sus respectivos informes; la realización de monitoreos de sedimentos con datos sobre fósforo, nitrógeno y carbono, y una evaluación periódica de la fauna bentónica la que habita en el lecho del espejo de agua, así como un monitoreo mensual de los efluentes de la planta de tratamiento de líquidos cloacales, y la presentación de informes periódicos sobre el desempeño del equipo lavador de gases.[60]

El 3 de agosto de 2015«Árbol de Pie» eleva una nota a la presidenta de la CNEA solicitando información sobre la existencia de residuos en el CTP, ya sea resultantes de procesos o trasladados desde otro lugar. Así como el destino y las rutas de esos residuos. 

 

MACRI LO (DES)HIZO…

Pero en diciembre de 2015 llegó Macri y la planta quedó fuera de operaciones. Después de Macri, al toque, la pandemia. Se pensaba reactivar el CTP en 2021; de hecho, en el presupuesto nacional de ese año estaba proyectado relanzarlo, contando con un monto de $134.912.000 (aproximadamente 1.700.000 dólares estadounidenses) para la puesta en marcha del módulo de enriquecimiento de uranio.[61] Desconozco si finalmente el CTP pudo ser reactivado hasta donde estaba previsto.

Hoy el CTP se halla abocado al desarrollo de lo que predomina a nivel mundial que es el método de «centrifugación gaseosa», el único método de enriquecimiento de uranio que se utiliza a nivel industrial en todo el mundo,[62] y al uso de láseres, un método mucho más eficiente que los anteriores para lograr la separación isotópica, y que actualmente se halla en estado de desarrollo e implementación industrial. También al tema litio.[63] Concretamente, le están poniendo muchas fichas a la producción de hexafluorofosfato de litio (LiPF6), «sales de litio», como se las conoce en la industria energética.[64] Estas sales son fundamentales para las baterías de litio que producirá Y-Tec (de no producirse aquí deberían importarse). A fines de 2023 estas sales se habían logrado sintetizar a una escala de laboratorio, y se esperaba alcanzar hacia fin de ese año los niveles de calidad necesarios para hacer viable la producción a nivel industrial, que con la capacidad de Pilcaniyeu, se estimaba en una tonelada al año.

 

…¿Y MILEI LO TERMINA DE REVENTAR?

Hoy es en realidad hasta diciembre de 2023, porque desde esa fecha hasta esta parte Milei está dinamitando todo, de manera que es probable que los proyectos nucleares del CTP no continúen; no por la razón que hubiésemos querido quienes nos identificamos con el movimiento antinuclear: una serena reflexión sobre la conveniencia o inconveniencia de llevar al país por ese camino.

 

SANTO REMEDIO

Mientras tanto, el uranio sigue allí, en el humedal, y esperemos que Milei no dinamite también su remediación, la cual se lleva adelante desde el Instituto de Energía y Desarrollo Sustentable (IEDS) de la CNEA, con la implementación de biotecnologías de remoción de metales pesados.[65]

En realidad, la remediación propiamente dicha aún no comenzó. Aparentemente, está aún en fase de laboratorio. Lo estaba en marzo de 2021;[66] hacia abril de 2022 aparentemente seguía allí, ya que, para esa fecha, en ocasión de un taller de remediación microbiana que organizó la CNEA, la info proporcionada desde el IEDS refería que, en ese taller «se mostraron los principales datos exitosos obtenidos en ensayos de laboratorio, utilizando algas autóctonas de la región, aisladas del propio sedimento.»[67] 

Obviamente, los ensayos de laboratorio no pueden ser apurados, aunque no tengo dudas de que si la remediación hubiese recibido una partecita mínima de la enorme torta de dinero que recibieron aquellos pioneros de la epopeya del enriquecimiento en tiempos de la dictadura, el humedal estaría saneado hace rato.

Aquella vez, en poco más de cinco años, se pudo enriquecer uranio; hoy, a 12 años de detectada la contaminación del humedal, el uranio sigue allí.

 

 



[10] https://www.argentina.gob.ar/arn/institucional-arn/compromisos-internacionales El cambio de posición de Argentina con respecto al TPN se entiende a partir de la creación de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC) en 1991. https://www.institutoideas.com.ar/wp-content/uploads/2021/12/IDEAS-RRII-Argentina-y-la-no-proliferacion-de-armas-nucleares.pdf p. 5.

[11] Hurtado de Mendoza, D. 2009. Periferia y fronteras tecnológicas: Energía nuclear y dictadura militar en la Argentina (1976-1983). Rev. Iberoam. Cienc. Tecnol. Soc.,  Ciudad Autónoma de Buenos Aires,  v. 5, n. 13, p. 27-64.

[14] Hurtado, 2009.

[15] Hurtado, 2009.

[17] Hurtado, 2009.

[20] Hurtado, 2009.

[23] Hurtado, 2009.

[24] Hurtado, 2009.

[29] Ramírez, O., Nicolini, J., Neuman, M., Fernández, M., y Malco, J. 2021. Panorama histórico del desarrollo de la energía nucleoeléctrica en Argentina. Ciencia, Tecnología y Política 4(7) e068, 2021 https://revistas.unlp.edu.ar/CTyP/article/view/12892/11710

[31] EIA, p. 493.

[45] https://rionegro.gov.ar/articulo/10595/pilcaniyeu-comenzo-audiencia-para-reactivacion-de-modulo-experimental-de-enriquecimiento-de-uranio (Los 26 anotados para hablar fueron: 1. Néstor Fruttero- Sociedad Argentina de radioprotección; 2. Claudia Rivero; 3. Ana Wieman - Árbol de Pie; 4. Juan José Paterno - Árbol de Pie; 5. Luisa Salazar; 6. Jorge Barón - Universidad de Cuyo; 7. Carlos Gho – CNEA; 8. Elvira Maset – CNEA; 9. Grace De Haro – CNEA; 10. Norma Boero – CNEA; 11. Juan Pablo Ordoñez – INVAP; 12. Paola Renata Toledo – UPCN; 13. José Rolando Granada – APCNEAN; 14. Aldo Villavicencio – ATE; 15. Julio César Medina – ATE; 16. Edmundo Miguel Lopasso - Instituto Balseiro; 17. Graciela Antolin; 18. Javier Peric - Universidad de Río Negro; 19. Adriana Cascon – CNEA; 20. Félix Eduardo Aún -  QUINPE; 21. Ricardo De Dicco – OETEC; 22. Roberto Luis López; 23. Federico Suarez Prieto – CNEA; 24. Karina Rosana Ponce; 25. José Luis Álvarez – CNEA; 26. Mauricio Bisauta – CNEA; 27. Claudio Solari – CNEA; 28. Francisco Rey – CNEA; 29. Aníbal Blanco - CNEA)

[53] https://web.legisrn.gov.ar/legislativa/legislacion/ver?id=9352. En abril de 2024, esta comisión especial se halla integrada por les legisladores: Daniel Sanguinetti (AJSRN), Martina Lacour (PUR), Carmelio Pilquinao (VCT), Lorena Matzen (UCR), y Elba Mansilla (BPRN), y Ariel Bernatene (UCR) suplente.

[61] Ramírez et al., 2021.


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