EL SUEÑO DE POGLIANO
Bruno Pogliano, intendente
de El Bolsón (izquierda), y Alberto Weretilneck, gobernador de Río Negro (derecha), el 28 de enero de
2025, en el acto por el 99 aniversario de El Bolsón.
https://www.adnrionegro.com.ar/2025/01/la-responsabilidad-de-gobernar-en-tiempos-desafiantes/
Escapar de la vida cotidiana
Es el deseo que mueve
la industria del turismo[1]
(turismo definido por la ONU como «las
actividades que realizan las personas durante sus viajes y estancias en lugares
distintos al de su entorno habitual, con al menos una pernoctación y por un
período de tiempo consecutivo inferior a un año, con fines de ocio, por
negocios u otros motivos, siempre y cuando no sea desarrollar una actividad
remunerada en el lugar visitado.»).
Arrancamos mal, porque ese deseo supone que no andamos bien del todo con nuestra
vida cotidiana, y deseamos escaparnos (cada tanto, por unos días).
«No hay palabra indígena para decir turismo», es el título de un interesante artículo de la antropóloga de la UBA Noelia Enriz, en el que discute el impacto socioambiental del turismo en el parque nacional Iguazú desde una perspectiva etnográfica. [2] No la hay tal vez porque los indígenas andan bien con su «vida cotidiana».
Como escribió el geógrafo y político francés Jacques Bugnicourt «el turismo representa, para el viajero, una forma barata de liberación temporaria. Para hacer olvidar la explotación sufrida a diario (o sea, la «vida cotidiana» del párrafo anterior), el paraíso recobrado del turismo viene a reemplazar los cielos prometidos por las antiguas religiones».[3] Fuerte, pero (pienso) cierto.
En Quora, la red social que permite a los usuarios hacer preguntas y recibir respuestas de otros usuarios que saben más, tanto o menos que uno sobre el tema preguntado, encontré esta pregunta de un usuario: «¿Es normal que no me guste irme de vacaciones a ningún lado? Me gusta quedarme en mi ciudad, no me relajo cuando me voy de vacaciones. Además, no me gusta gastarme dinero en eso, porque se gasta mucho, prefiero gastarlo en otras cosas más útiles», a lo que el primero en responder respondió: «Lo más posible es que tengas agorafobia y te haga sentir incómodo estar fuera de un lugar donde no conoces a nadie y pierdes el control. Es probable que tampoco hayas acumulado suficientes experiencias de viaje satisfactorias como para poder tener una conclusión clara al respecto.» Traducción: si no te gusta irte de vacaciones, estás mal de la cabeza. (Nobleza obliga: les otres usuaries que respondieron bancaron a nuestro preocupado agorafóbico en su deseo de quedarse en su casa.)
Es que viajar en vacaciones (o sea, hacer turismo) se ha convertido en una obligación: si no te fuiste de vacaciones, es que no pudiste, y si no pudiste, es un bajón.[4] Pero viajar no es necesario para aprovechar el tiempo de ocio, que sí es un derecho humano básico, uno correspondiente a la llamada tercera generación de derechos: aquellos que contribuyen a la calidad de vida de las personas.
(En la Declaración Universal
de Derechos Humanos no figura como «derecho al tiempo de
ocio» sino como «derecho al disfrute al tiempo libre»: es parte del derecho N° 24 de la DUDH: «Toda persona tiene
derecho al descanso, al disfrute del
tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a
vacaciones periódicas pagadas».[5])
En 1974, el sociólogo francés Joffre Dumazedier definió el ocio como «el contenido del tiempo orientado hacia la realización de la persona como fin último». En 1964, el mismo autor había definido lo mismo de manera más completa: (ocio es) «un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede dedicarse voluntariamente, sea para descansar o para divertirse, o para desarrollar su información o su formación desinteresada, su voluntaria participación social o su libre capacidad creadora, cuando se ha liberado de sus obligaciones profesionales, familiares y sociales».[6]
De las tres funciones del ocio que reconoce Dumazedier (las tres D: descanso, diversión y desarrollo de la personalidad), y de las cinco que reconoce el investigador vasco Manuel Cuenca (Compensatoria, Autorealizadora, Relacional, Identificadora, y Terapéutica),[7] ninguna implica necesariamente viajar, como tampoco emborracharse. Para gozar de ese derecho humano que es el ocio, no hace falta hacer turismo en vacaciones, que es lo que generalmente hacemos en ese breve tiempo que el Sistema nos regala para descansar y volver a la explotación diaria —citando a Bugnicourt— con nuevas pilas.[8] Sin embargo, el viajar (hacer turismo en vacaciones) se ha vuelto una obligación, al menos para los sectores medios y altos:[9] la mejor (o única) forma de emplear el tiempo de ocio en vacaciones. Sin ocio no hay turismo (de hecho, desde el ámbito del Turismo se reconoce que el ocio es la esencia del Turismo[10]), pero perfectamente puede haber ocio sin turismo.
Lo de «sin chimeneas»,
hasta ahí nomás
Antes, el turismo no
existía tal como lo conocemos. El turismo que conocemos arranca recién con la era del petróleo
y el auto particular (claro, el transporte es un aspecto central en la
industria del turismo: sin transporte no hay turismo). De hecho, el futuro del turismo está abrochado al futuro del petróleo. Un futuro
cantado: su abandono. Al petróleo hay que abandonarlo cuanto antes por contaminante y porque
finalmente se agotará. De hecho, ya muestra signos de agotamiento.
(Aquí cabe hacer una pregunta: ¿es sensato poner todas las fichas en una actividad que difícilmente pueda sostenerse, al menos en los niveles que se pretende, en un escenario de decrecimiento energético como el que se nos presenta?)
El otro aspecto es el de la contaminación atmosférica con gases de efecto invernadero (GEI), principalmente CO2, y su incidencia sobre el cambio climático y el aumento de la temperatura global. Según un estudio de la Organización Mundial del Turismo (OMT) y del Foro Internacional del Transporte (ITF, por sus siglas en inglés), las emisiones de CO2 del turismo crecieron al menos un 60% entre 2005 y 2016.[11] En 2019, el turismo generó unas 5,2 gigatoneladas de CO2 (cinco mil doscientos millones de toneladas): casi el 9 % de las emisiones globales.[12] Los pronósticos no son buenos: se estima que, así como vamos, las emisiones aumentarán un 25% para el 2030 en comparación con 2016.[13] El turismo concentra el 60% del tráfico aéreo, y el transporte aéreo es el peor de todos en cuanto a contaminación.[14]
Victimario y víctima a la vez: en 2021, en Glasgow (Escocia), en el marco de la COP 26, 850 organizaciones, principalmente cámaras hoteleras, firmaron una declaración sobre la Acción Climática en el Turismo,[15] en la que se reconoce que «(e)l cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad ponen en peligro la mayor parte de las actividades turísticas.»
En Río Negro, el inventario de gases de efecto invernadero realizado por la Fundación Bariloche por encargo del gobierno de la provincia, no discrimina el sector turístico de otras actividades de servicios.[16] Pero el turismo supone una carga importante en muchos sectores (por no decir casi todos), como el transporte y la construcción, por mencionar solo dos. Río Negro es uno de los destinos turísticos de mayor demanda del país: cuenta con aproximadamente el 9% de los establecimientos y el 7% de las plazas hoteleras, para-hoteleras y otros colectivos a nivel nacional (Informe Productivo Provincial) De modo que, seguramente, el aporte del sector turístico a las emisiones totales de GEI generadas en la provincia es significativo.
Por lo pronto, este asunto de las emisiones de GEI no parece preocupar a los autores del Plan Estratégico de Turismo Sustentable de San Carlos de Bariloche (Visión 2025 - Informe Final CAT 001-2017), la Universidad Nacional de Rio Negro, la Secretaria de Turismo de la Municipalidad de San Carlos de Bariloche, el Emprotur, el Ministerio de Turismo de la Provincia de Rio Negro, la Cámara de Turismo- Zona Andina y de la Cámara de Comercio e Industria de San Carlos de Bariloche, así como la Secretaria de Desarrollo Urbano del Municipio. Culpa mía: leí lo de sustentabilidad y me emocioné. Pero el plan habla de sustentabilidad económica: mejoramiento de la tasa de ocupación, desestacionalización de la demanda, explotación de nuevos nichos de distintos mercados emisores, esas cosas.[17] Esta sustentabilidad, dice el informe, «no se logra solo atrayendo a más turistas (el «solo» implica que se debe atraer a más turistas, pero «no solo»), sino que se requiere incrementar el gasto promedio de cada uno de ellos.» Pero, como tampoco es cuestión de ir por ahí contaminando todo, los autores del plan aclaran que «las normativas medio ambientales deberán ser menos laxas, pero a su vez no impedir la expansión de la industria turística.»[18] O sea, la «expansión», como el «déficit 0 de Milei», es innegociable (como si el turismo en Bariloche no se encontrara ya «expandido»). El límite a la expansión es la demanda, como rezan los manuales de Economía Neoclásica.
La reducción de emisiones de GEI en el sector turismo puede sonar a una misión imposible, máxime en Argentina, máxime en Río Negro. En ese sector y en todos los sectores. En 2020, en plena Covid, las emisiones globales se redujeron en un 5,4%.[19] Para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París de 2015, de mínima, habría que mantener ese ritmo de reducción ad eternum.[20]
Es la escala estúpido. En todo caso, el turismo no es el problema. Aquí, como en cualquier otra actividad económica, la escala es fundamental. OK, pocos turistas también pueden causar un desastre, pero hoy, viviendo en un «mundo lleno», ecológicamente saturado, el turismo masivo es indefendible.[21] Digo hoy, porque ayer, en un contexto de «mundo vacío», el llamado «turismo de masas», representó un avance, y una conquista social de les trabajadores.
¿Cuándo y por qué el turismo se hizo masivo?
Como comenté, los viajes con motivos
turísticos son algo relativamente reciente. Si bien la gente siempre viajó por motivos
no laborales, la explosión del turismo, su masificación, el «turismo de
masas», como comenzó a llamarse a este fenómeno en la década de 1950, comenzó tras la Segunda Guerra
Mundial, con el boom del petróleo y
el desarrollo de los medios de trasporte, el «Plan Marshall», que
promovió el
crecimiento económico, la recuperación industrial de los países de Europa
occidental, y la promoción de los derechos sociales en muchos países.
En efecto, con la introducción de las vacaciones pagas en la mayoría de los países europeos en la primera mitad del siglo, y la «vuelta a la normalidad» luego de la Guerra, les trabajadores europeos comenzaron a tomarse vacaciones, primero en casa y luego fuera de su país de origen, una práctica hasta entonces reservada casi exclusivamente a la élite social y los ricos.[22]
En nuestro país, esto comenzó en 1946 con la primera presidencia de Juan Perón y el reconocimiento de las vacaciones pagas, el aguinaldo y el laudo gastronómico.[23] En Patagonia, refiere Andrés Dimitriu, profesor e investigador de la Universidad Nacional del Comahue, este «turismo popular» chocó con el turismo aristocratizante y paternalista de la Administración de Parques Nacionales y del orden conservador, pero ignoró en buena medida la economía de subsistencia de la zona patagónica, que fue principalmente ganadera y maderera a lo largo de toda la cordillera y algo más orientada a la agricultura en la zona de El Bolsón, El Hoyo, Epuyén, Cholila, Trevelin y Esquel. [24], [25] Vemos que la raíz del problema que hoy tenemos ya estaba desde el comienzo.
Obviamente, esos primeros problemas no eran nada con respecto a lo que estaba por a venir. En los años 70, la industria del turismo se abrió a las grandes empresas internacionales, que, particularmente en Patagonia, se volcaron hacia el turismo estudiantil (solo en Bariloche, y hasta 1994, el turismo estudiantil representó un 55% de las estadías promedios de todos los turistas. Rocha y Surdo, 2005). Dimitriu explica que, en esos años, el Estado argentino reestructuró el espacio regional, afectando su perfil estructural y condiciones sociales, debido al crecimiento poblacional y las expectativas de crecimiento rápido asociadas al turismo, promoviendo el acceso privado en gran escala a parques nacionales, cuencas petrolíferas, explotaciones mineras o forestales, privatizando costas de ríos y lagos, otorgando concesiones a largo plazo y promoviendo el ingreso de capital especulativo, lo que implicó una gradual y profunda absorción de los espacios más rentables de la economía local y el arrinconamiento de la población local.[26]
A nivel global, hoy el turismo representa el 7,6% del PIB.[27] (Un 10% en 2017.[28]) Este es el turismo que no deberíamos defender como alternativa al extractivismo petrolero y minero.
El turismo como alternativa al extractivismo, pero ojo que hay turismos y turismos
Porque en una cosa estamos todes de
acuerdo: el extractivismo petrolero y minero es incompatible con el turismo (en
cualquiera de sus modalidades: Cinco Estrellas, de masas, estudiantil, rural,
etc.). Ok. Todes no; siempre encontraremos a alguien que defienda esa compatibilidad. Uno es el
ex intendente de Sierra Grande Renzo Tamburrini, que declaró que era posible
hacer turismo «de sol y playa» en medio de caños y tanques de
almacenamiento de crudo. Declaración textual de Tamburrini: «Proyectos como éste (el oleoducto YPF OIL
Sur) pueden coexistir sin problemas con actividades como la pesca y el
turismo. Lugares como Dubai o Abu Dhabi (Emiratos Árabes) tienen las
playas más cotizadas y están linderas a las áreas de salida del 70% del
petróleo del mundo. Vos te estás bañando (se ve que estuvo) y ves cómo
salen los buques tanque.»[29]
Otra es Sara Rietti, quien sostuvo que la radicación de industrias en áreas exclusiva o principalmente turísticas puede resultar positiva, debido a que favorece la diversificación de la economía local.[30] Nada que decir sobre este argumento, salvo por los casos de esa convivencia virtuosa entre las chimeneas y el turismo que esta química y conocida activista de la ciencia nacional ofreció como ejemplos, entre otros, la destilería de Luján de Cuyo en Mendoza y Aluar (aluminio argentino) en Puerto Madryn, Chubut.[31] OK. Une puede hacer de la necesidad virtud y hacer turismo con cualquier cosa. De hecho, se hacen visitas turísticas a la planta de Aluar (¡y gratuitas!).[32] Incluso se hace turismo en Chernobyl.[33]
En otros puntos de la provincia de Río Negro, en donde el interés del poder económico pasa por el turismo, se cuidan muy bien del extractivismo petrominero (aunque quizás no del forestal, sobre el que parece haber una menor sensibilidad). En la Zona Andina, la barilochense Arabela Carreras supo siempre que el turismo y el extractivismo no pueden ir juntos los dos como el arado y la pluma del himno; que no se puede hacer turismo y extracción de petróleo o megaminería en un mismo lugar. Pruebas al canto. En 2012, a poquito de habilitar, como legisladora y miembro informante del Poder Ejecutivo, el uso de cianuro en minería metalífera en todo el territorio de la provincia, presentó, junto con Pedro Pesatti y otros legisladores oficialistas (posiblemente animados por el propio gobernador Alberto Weretilneck), un proyecto de ley, el N° 226/2012, para prohibir la minería metalífera y la extracción de hidrocarburos en el Departamento Bariloche. El proyecto elevado a la Honorable por Arabela & Co. establecía una suerte de «zona de exclusión extractivista», la cual obviamente no prosperó debido al quilombo que armaron los mismos habitantes de las zonas sacrificadas, sobre todo de Wawel Niyeo (Ingeniero Jacobacci). Era cantado: Wawel Niyeo posee atractivos maravillosos, pero se le negaba la posibilidad de ser un destino turístico como Bariloche o Las Grutas, solo porque a AW y a Carlos Soria se les había ocurrido ofrecerla al capital internacional para dinamitar sus montañas, hacer enormes agujeros e inundarlo todo con cianuro. Arabela no veía ningún problema en hacer todo eso. Pero claro, en Wawel Niyeo, no en Bariloche.
Otro que tampoco quiere petrominería en su backyard es Bruno Pogliano, intendente de El Bolsón. Bruno en cambio quiere turismo. A la central hidroeléctrica sobre el curso del arroyo Lindo, dentro del Área Natural Protegida Río Azul Lago Escondido (ANPRALE), nos la quiere enchufar aduciendo que es buena para al turismo. Es cierto: es buenísima para el turismo Cinco Estrellas que el tres veces jefe comunal sueña para El Bolsón. Las malas lenguas aseguran que el objetivo principal de esa hidroeléctrica, si no el único, es abastecer de energía a un megaloteo turístico VIP en la Pampa de Ludden y la base del Perito Moreno, en Mallín Ahogado, lugares por donde pasa el cableado soterrado de la central.[34], [35] El proyecto original de ese megaloteo, a cargo de la Empresa Laderas de Perito Moreno SA de Joe Lewis,[36] data de 2010, y prevé un club de golf, canchas de rugby y polo, una laguna artificial para la pesca con mosca, y hasta una pista privada de aviones.[37], [38]
El proyecto de ese megaloteo turístico fue aprobado por el Concejo Deliberante de El Bolsón, pero se frenó en 2017 por una orden de no innovar, a través de un amparo presentado por la Asamblea en Defensa del Agua y la Tierra (ADAT). Una primera presentación se había hecho en 2011. En esa oportunidad se consiguió una medida de no innovar, aunque en 2013 el STJ tiró todo para atrás aduciendo que la denuncia debía hacerse en la Cámara Contencioso Administrativa.[39] En 2017 se conoció que la justicia había dado lugar al amparo que impedía el megaloteo,[40] aunque la medida cayó por decisión de una Cámara de Casación. Finalmente, en 2022, la Cámara de Apelaciones en lo Civil de Río Negro dio la razón a los vecinos, lo que dejó sin efecto las decisiones gubernamentales de 2021 del gobierno de Arabela Carreras que aprobaban el cambio de uso del suelo, y que beneficiaban a los desarrolladores del megaloteo.
Movilización en El Bolsón
en setiembre de 2021 en rechazo al megaloteo de
Pampa de Ludden. https://periodismodeizquierda.com/rio-negro-comarcazo-por-la-pampa-de-ludden-y-mallin/
Entendamos a Bruno. Bruno quiere turismo pero no cualquier turismo: quiere un turismo que deje plata, y eso puede lograrse de varias maneras: muchos turistas de ingresos medios (masivo pero gasolero, metáfora que tenía sentido cuando el gasoil estaba barato), pocos turistas de ingresos altos (que dejan lo mismo que muchos turistas gasoleros) (acá entraría lo de Pampa de Ludden), o muchos turistas de ingresos altos (el sueño más alto de Bruno).
Pero el problema de Bruno es que él no vive solo; en El Bolsón hay otra gente que quiere otras cosas, que tiene otros sueños. En febrero de 2025, poco antes de comenzar los incendios, en el festejo del 99 aniversario de El Bolsón, Bruno se las tiró contra los ambientalistas, soñadores de otros mundos posibles:
«El Bolsón es una ciudad turística, y con esa afirmación estoy diciendo que hay dos discusiones que al día de hoy ya están saldadas (…) ya no hay vuelta atrás. Ya no somos una aldea bucólica como pretende y reclama un grupo nostálgico (…) los vecinos me demandan cloacas, no baños secos. (…) No nos detuvieron ni nos van a detener aquellos que por preservar intereses particulares se oponen sistemáticamente a todo el progreso de nuestro pueblo. (…) De la misma manera que está saldada la discusión sobre si el perfil de nuestra localidad debe ser productivo o turístico. ¡Es turístico! (…) Somos conscientes que en estos momentos el turismo no e el tema de la… no es un tema principal en la agenda… e un tema principal en la agenda provincial (aquí nos quedamos con las ganas de saber si, para Pogliano, el turismo es un tema de agenda o no para el gobierno provincial). La energía con la instalación de gas natural licuado en Sierra Grande (no habla del turismo en Sierra Grande: se ve que no se creyó lo de Tamburrini) y la minería con la extracción de oro y plata en Calcatreu son la locomotora que hoy tracciona la provincia hacia un destino más floreciente. Gobernador, comparto plenamente su visión.» [41] (Su discurso continúa, con palabras elogiosas hacia la empresa Hidden Lake e injuriosas hacia los mapuches, siempre presentes en las consideraciones del intendente.)
Así como la adolescente Emma sueña con volar alto en Londres y no terminar repartiendo garrafas en el Tigre como su papá Marcos,[42] Bruno sueña con abrir las puertas de la Comarca al turismo Cinco Estrellas, y torcerles el brazo a los hippies ambientalistas que cagan en baños secos. Emma y Bruno anhelan el progreso. La diferencia es que Emma, con su anhelo de progreso mal entendido, no le jode la vida a nadie.
Turiextractivismo. O extractiturismo
No hablo del turismo que hace
del extractivismo un producto turístico, como las minas abandonadas, los
yacimientos petroleros o las rutas que los unen[43],
[44].
Hablo de un turismo que produce los mismos efectos que el extractivismo de toda
la vida: contaminación, deforestación, desplazamiento de comunidades, y otros.
Como comenté, y como ocurre con la megaminería, la extracción de hidrocarburos o la explotación forestal, el impacto socioambiental del turismo tiene que ver con su escala, con su masividad. Pero no solo causa estragos el turismo masivo, turismo excesivo, sobreturismo o como queramos decirle: el turismo Cinco Estrellas para unes poques también y Pampa de Ludden es un ejemplazo de ello. En nuestra provincia, ambas modalidades de turismo se dan en los mismos lugares (entiendo que no hay un desarrollo importante de resorts exclusivos en puntos de la provincia que no sean destinos turísticos tradicionales), de modo que los consideraré como partes de una sola cosa que podríamos denominar turiextractivismo, extractiturismo* o, simplemente, «el turismo que no queremos».
(*utilizo estas expresiones, aun sabiendo que Eduardo Gudynas, uno de los que más ha estudiado el extractivismo, defiende un uso más restringido del término. Para el académico uruguayo, extractivismo es (o debería limitarse a designar) «un tipo de apropiación de recursos naturales en grandes volúmenes y/o alta intensidad, donde la mitad o más son exportados como materias primas, sin procesamiento industrial o procesamientos limitados».)
El turiestractivismo considera que los bienes naturales y culturales (y hasta la gente misma si me apuran) son recursos, productos comercializables. La ONU tiene su propia definición de «producto turístico»: «una combinación de elementos materiales e inmateriales, como los recursos naturales, culturales y antrópicos, así como los atractivos turísticos, las instalaciones, los servicios y las actividades en torno a un elemento específico de interés, que representa la esencia del plan de comercialización de un destino y genera una experiencia turística integral, con elementos emocionales, para los posibles clientes. Un producto turístico se comercializa a través de los canales de distribución, que también fijan el precio, y tiene un ciclo vital.» (Las negritas son mías.)
Cuando el producto turístico es un territorio, o afecta al territorio en su conjunto, los problemas se hacen enormes. Lógicamente, los habitantes del territorio esperan un derrame a cambio. Un derrame que, cuando se da, nunca compensa el sacrificio del territorio.
Con relación a las promesas del turismo, escribe Sofía Acotto para la agencia de noticias «Tierra Viva»: «Grandes inversores extranjeros que obtienen beneficios a costa de las comunidades y sus bienes comunes, la contaminación y sobreexplotación del agua, el aire y el suelo (a pesar de no tener chimeneas), la transformación de las culturas locales, el encarecimiento del costo de vida, la alteración de las relaciones comunitarias, el abandono de las actividades tradicionales (como consecuencia de los nuevos usos de la tierra), son algunas de las consecuencias de un turismo que prometió riqueza y bienestar a las sociedades donde se instaló.»[45]
Sumo otros costos al inventario de Sofía: contaminación sonora y lumínica, y la imposibilidad de desarrollar el astroturismo. Sumo también el problema de la introducción de especies exóticas que se vuelven invasoras, de lo que ya hablé en otro posteo. Aprovecho para decir acá que varias especies de la Zona Andina que se han tomado como «emblemas faunísticos»[46], como la trucha y el ciervo colorado, fueron introducidas con fines innobles. Estos «productos turísticos», la pesca con mosca y la caza deportiva o «turismo cinegético», siguen siendo muuuuuuuy lucrativos (recordemos que, solo en Bariloche, la pesca con mosca —sobre todo de truchas— mueve unos siete u ocho millones de dólares anuales.[47]
Continúa Sofía, hablando ahora del tipo de empleos que promueve el turismo extractivo (empleos que constituye el núcleo del derrame esperado): «quienes acceden a los puestos laborales que el turismo genera no son los mismos a los cuales éste desplaza: para ello se requieren estudios formales, preparación y cierta “presencia”. Sino serán empleados para el servicio de limpieza o mantenimiento de aquellos refugios donde otros se relajan.» Y remata: «Los destinos turísticos se convierten en territorios donde habitan paralelamente dos mundos: el diseñado para el turista que hace un paso fugaz y el de aquellos que realmente lo viven cotidianamente. En el medio, los separa la desigualdad que el mismo desarrollo turístico paradójicamente profundiza.»
Leo esto último y me vienen a la cabeza los Eloi y los Morlocks de La Máquina del Tiempo, de Herbert G. Wells.[48] Los Morlocks, que no se ven, o que se ven cada tanto, por habitar el subsuelo, son los que sostienen cotidianamente la vida ociosa de los Eloi, que viven sobre la superficie.
El colapso turístico ya llegó
Llegó a Las Grutas. La explosión de turistas que todos los veranos ocurre en el principal balneario de la provincia no es inocua en términos socioambientales. Renzo Bonucelli, consultor en geología y medio ambiente, y Maite Narvarte, de la Universidad Nacional del Comahue, realizaron en 2017 un estudio y advirtieron un funcionamiento deficiente de la planta depuradora que ha generado contaminación bacteriana de origen fecal en los acantilados y los balnearios. [49] Vinculado con lo anterior, hay un serio problema de erosión química por filtración de aguas cloacales que disuelve el carbonato de las barrancas.[50] Las construcciones al borde del acantilado agregan la presión física a la erosión química.
Otro problema lo constituye la existencia basurales clandestinos y microbasurales. Obviamente, hay otros problemones socioambientales en la bahía (ALPAT, contaminación de la Planta de Fundición de Mina Gonzalito), pero estos no están vinculados con el sobreturismo o sobrepoblación turística.
Llegó a Bariloche. Creo que no hace falta abundar en razones; a les barilochenses les consta. Alcanza con un dato: de enero a agosto, llegan a la «capital de los lagos» unos 700.000 turistas, cuando la población actual de la ciudad ronda las 150.000 almas.[51] En El Bolsón, distante unos 120 km de Bariloche, el uso masivo de las redes sociales contribuyó a la explosión de sitios escondidos o de uso restringido, como el cajón del Azul o los piletones del Manso.[52]
Cerro Catedral: sobreturismo
que garpa. https://www.elcordillerano.com.ar/noticias/2021/08/22/115498-ahora-si-cerro-catedral-a-pleno-luego-de-la-falta-de-nieve
¿Hay un turismo más allá del extractiturismo?
Sí, claro, existe un turismo alternativo al turiextractivismo y hacia allí deberíamos ir. Más allá del comentario que hice al comienzo, de que no hay necesidad de viajar para disfrutar del tiempo libre, la gente continuará haciendo turismo, y es por eso que deberíamos consolidar un modelo de turismo de pequeña escala pero al alcance de todes, respetuoso del entorno local (natural y cultural), y sostenible ambientalmente pero en serio. Pero, claro, no es este el turismo con el que sueña Pogliano.
Ojo con lo de sostenible. La sostenibilidad es una condición, un requisito, pero no puede ser un objetivo. Si vamos al caso, el esclavismo era un sistema sostenible (si la tasa de captura de nuevos esclavos compensaba la tasa de mortalidad de la población esclava). El sistema debe ser sostenible pero, ante todo, socialmente justo. En el caso del turismo, no deberíamos consentir, en aras de la sostenibilidad, que ciertos destinos se cierren a quienes no puedan pagar (porque es injusto). Este es precisamente el caso de una propuesta de un plan de desarrollo sostenible para el Camino de la Costa (o Camino de los Acantilados, formalmente, la ruta provincial N° 1, que atraviesa tres áreas naturales protegidas: Punta Bermeja, Caleta de los Loros, y Bahía de San Antonio), plasmado en el Proyecto N° 683/2024 ingresado a la Legislatura de Río Negro en junio de 2024 y que aún no ha sido tratado.[53] Básicamente, lo que proponen sus autores (Sergio Acevedo y Fernando Frugoni de la Coalición Cívica Cambiemos) es que, desde el momento que se dé inicio a la pavimentación de ese camino, se cobre un arancel para evitar el acceso masivo —o sea, el ingreso de les que no tienen plata para pagar el acceso—, y destinar el cobro del arancel al mantenimiento de las rutas. Si bien el proyecto reconoce el daño que provoca la masificación turística (el proyecto habla expresamente de «restringir el ingreso masivo»), lo resuelve de la peor manera: que ingresen solo les que puedan pagar. Perón al revés.
Sigo con el asunto de la sostenibilidad. En 2013, la legisladora Graciela Sgrablich (Frente para la Victoria) presentó un proyecto para la creación de un Comité de Turismo Sostenible que marcaba una preocupación por la sostenibilidad, entendiendo por sostenibles «aquellas actividades turísticas respetuosas con el medio natural, cultural y social, y con los valores de una comunidad, que permite disfrutar de un positivo intercambio de experiencias entre residentes y visitantes, donde la relación entre el turista y la comunidad es justa y los beneficios de la actividad es repartida de forma equitativa, y donde los visitantes tienen una actitud verdaderamente participativa en su experiencia de viaje.» Como se ve, se trata de una caracterización de sostenibilidad, en este caso aplicada al turismo, más amplia que la «definición de manual» de desarrollo sostenible, es decir, «aquel que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.»[54]
Nos quedamos sin Comité de Turismo Sostenible —el proyecto presentado por la legisladora peronista caducó sin ser tratado—, pero conseguimos un Observatorio de Turismo Sostenible, con la sanción de la Ley Nº 5.771 (Art. 23). En realidad, el propósito principal de la Ley Nº 5.771 es la creación de la Agencia de Turismo Río Negro (ATUR),[55] un ente no estatal con personería jurídica propia, con autonomía administrativa, financiera, orgánica y funcional (Art. 3), que absorbe funciones, patrimonio y presupuesto del organismo político anterior, la Secretaría de Turismo, pero que queda bajo el ámbito del ministerio de turismo (Art. 2). Dicha agencia tiene como objetivo posicionar a la provincia como destino turístico destacado tanto en el ámbito nacional como internacional (Art. 6), y elaborar un plan estratégico de turismo sustentable provincial (Art. 7, Inc. a) (acá está nuevamente lo de sustentable), y otra serie de planes, en coordinación con los municipios y comisiones de fomento.
Otro de los objetivos de la Ley Nº 5.771 es el de generar una mayor rentabilidad para la población local como consecuencia de la mayor afluencia de visitantes (Art. 8. Inc. c). (El mito del crecimiento indefinido: ¿Se puede sostener el aumento de la afluencia? ¿Hasta dónde? ¿La mayor afluencia es condición para que haya una mayor rentabilidad para la población? Si es así, estamos sonades.)
Por el lado de ESTE turismo sostenible no pasa la cosa: pasa por otro lado, por un modelo de turismo alternativo. Hablando de este último, refiere Dimitriu que este —el modelo alternativo— «sabe, por experiencia en carne propia, que (el modelo tradicional) es sinónimo de trabajo estacional, incierto y dependiente de factores que exceden el control local. En el mejor de los casos considera esos ingresos un complemento, como ocurre con el turismo rural (hoy conocido como «agroturismo») en el interior de países como Austria desde hace más de 150 años. Esta estrategia tiene la «desventaja» de plantear otra escala a la economía y ser más lenta, pues prioriza la resolución de problemas sociales, propone el control social sobre la renta y el uso de recursos naturales desde la salud y la producción de bienes de uso (es decir no explotadora o para el consumo suntuario y/o exclusivo), relega a segundo plano el embellecimiento urbano y limita trabajo aplicado valor de cambio a lo necesario para interactuar en el mercado. Choca con los modos de acumulación hegemónicos pues rechaza y establece innumerables escollos «irracionales» a la hiperactividad de las relaciones capitalistas, aunque sin dejar de ofrecer alternativas en la búsqueda de autenticidad de viajeros, entendida ésta como la potencialidad del (re)encuentro con un sentido más profundo de la vida, exploración que no pocas veces constituye la motivación central para viajar y relacionarse con otras personas, culturas y ambientes. Los movimientos sociales que defienden el ambiente han logrado a su vez, tal vez sin proponérselo, aumentar el valor concreto asociado a la imagen «verde» o natural de la Patagonia.»[56]
¿Qué modos de turismo podrían considerarse como alternativos? Bueno, algunos de esos modos, hablaré de ellos enseguida, se encuentran en los manuales de turismo; por ejemplo, el turismo rural o agroturismo, mencionado en la transcripción de Dimitriu del párrafo anterior. Hablaré primero de este modo de turismo, y luego del llamado «turismo en conservación», una interesante propuesta desde lo académico.
Turismo rural
Todo bien con el turismo rural. En nuestra región tenemos buenos ejemplos llevados adelante por prestadores locales que cuentan con poco más que las redes sociales para promocionar su oferta turística. Por mencionar apenas cuatro: «Meseta Infinita»,[57] «La Margarita Ruta de la Lana»,[58] La Cooperativa de Trabajo «Turismo Valcheta Alen»,[59] y la cooperativa de turismo rural «Ayufín Mapu» de Wawel Niyeo.[60] Pero OJO, que esta modalidad de turismo abarca un montón de cosas, desde el llamado turismo de estancias (acá entraría, por ejemplo, la escapada de los jueces federales a Lago Escondido en octubre de 2022[61]) hasta la pesca con mosca y la pesca submarina, pasando por el turismo enológico o de bodegas. (Definición de Turismo Rural de la Organización Mundial del Turismo[62]: «Tipo de actividad turística en el que la experiencia del visitante está relacionada con un amplio espectro de productos vinculados por lo general con las actividades de naturaleza, la agricultura, las formas de vida y las culturas rurales, la pesca con caña y la visita a lugares de interés.») Valeria Labaroní, en su monografía sobre el turismo rural en el noroeste de la Patagonia argentina, da una larga lista de modos de Turismo Rural: agroturismo, ecoturismo, turismo cultural, turismo aventura, turismo deportivo, turismo técnico científico, turismo educativo, turismo de eventos, turismo salud, turismo gastronómico, turismo étnico, turismo en pueblos rurales, turismo religioso, turismo esotérico, turismo de recreación y retiro.[63] Por eso me resisto a poner al llamado Turismo Rural Comunitario, del que hablaré más adelante, dentro de esta gran «bolsa de gatos» que es el Turismo Rural: prefiero verlo como otra cosa, ponerlo en otro lado. Pero volvamos por ahora al Turismo Rural convencional.
Como comenté, en Río Negro hay Turismo Rural. De hecho, tenemos una ley, la N° 4.774/2024, aprobada por todos los bloques legislativos, que designa a Villa Regina como «Capital Provincial del Turismo Rural» —sin que la Ley defina qué corno es el Turismo Rural—, «por su ubicación geográfica y por sus características distintivas que propician el contacto directo con la naturaleza, el interés por el cuidado del medio ambiente, la agroindustria y el desarrollo de actividades rurales.»
Nota al Pie larga. Hubo un intento anterior en el mismo sentido por parte de la legisladora Silvia Beatriz Morales (JSRN), su proyecto N° 266/2022, que caducó en marzo de 2024. (Entiendo que es el mismo proyecto que fue finalmente aprobado, posiblemente con modificaciones, porque Morales votó afirmativamente el que finalmente fue sancionado, y aparentemente fue la misma legisladora la que lo presentó.[64]) Me gusta un poco más el proyecto caducado porque define qué debemos entender por Turismo Rural: es aquel segmento turístico, dice el proyecto, «que se relaciona con la naturaleza campestre y actividades rurales» y que «se origina a partir del interés de los visitantes por conocer el paisaje y la cultura rural, mientras que, para los destinos receptores, genera una oportunidad de diversificación productiva. Así entendido, el turismo rural, es una actividad económica que ofrece al turismo la posibilidad de conocer y disfrutar la flora y fauna autóctona y las actividades campestres propias de cada región, conjugando encuentros gastronómicos basados en productos regionales orgánicos, es decir producidos natural y artesanalmente.» Refiere el proyecto caducado que la Organización Mundial de Turismo «aspira a impulsar el papel del turismo en la valoración y salvaguarda de los pueblos rurales junto con sus paisajes, sistemas de conocimientos, diversidad biológica y cultural, valores y actividades locales, incluida la gastronomía.» Y que además «fomenta el empleo, apoyando a las empresas rurales y protegiendo el patrimonio natural y cultural.» Si bien el proyecto de Morales daba menos pie al Agroturismo Extractivista (es mi percepción), finalmente salió el otro, y Regina obtuvo así su designación como «Capital Provincial del Turismo Rural». Fin de la Nota al Pie larga.
Hubo otro proyecto de Ley, el N° 205/2010 de Silvina García Larraburu, que también contenía una definición de Turismo Rural. El Turismo Rural, para la peronista barilochense, es aquel que «permite que numerosas personas que viven en el campo no deban emigrar a la ciudad y de esta manera les facilita extender el desarrollo, para no solo basarse en los aspectos ganadero y agrícola». Turismo Rural, continúa la ex legisladora provincial, es aquel que «brinda oportunidades laborales al ámbito rural y evita que la gente deba perder sus raíces y migrar en busca de sustento a la ciudad» brindando «una excelente oportunidad para reconvertir productivamente a chacras, estancias y campos, otorgando empleo a numerosos jóvenes, mujeres y adultos.» En el Turismo Rural, sigue la actual senadora, «no se necesita de una cuantiosa inversión para poder pertenecer a esta nueva oferta turística. Con pequeñas modificaciones distintos pobladores pueden convertir su establecimiento rural en un atractivo turístico.» Y agrega que el Turismo Rural «(es) sumamente atractivo para ellos poder visitar lugares, y disfrutar de lo autóctono, lo simple y cotidiano. En esto el ámbito rural es ideal, es allí donde se transmiten valores y costumbres sumamente atractivas para el turista, que valoriza el trato personalizado por sobre el lujo.» Y remata: el Turismo Rural «permite el encuentro con la naturaleza, para disfrutar de servicios gastronómicos y nutrirse de música y costumbres diferentes. Son espectáculos valiosísimos, el manejo de animales, la esquila, la yerra y la doma, entre otros, así como también el poder disfrutar de un típico asado acompañado por música folklórica.» Evidentemente, Alberto Weretilneck tenía otros planes para el medio rural, tal vez por eso el proyecto de García Larraburu no vio la luz: salió con dictamen favorable de la Comisión de Planificación, Asuntos Económicos y Turismo, pero se quedó en la de Asuntos Constitucionales y Legislación General. En marzo de 2012 caducó.
Ciertamente, el de García Larraburu no fue el primer intento por impulsar un turismo de bajo impacto socio ambiental. Hubo otros antes. Por ejemplo, hubo una ley sancionada en 1994, la N° 2.754, presentada como proyecto por Beovide, Capano y Mendioroz (UCR), que declaraba de interés provincial el turismo ecológico, es decir aquel motivado por «el deseo de disfrutar y usufructuar de la naturaleza, sus componentes y sus formas, para lo cual la oferta de servicios adquiere, necesariamente, características propias que deben resultar inocuas para el medio ambiente natural en el que se hallan insertos». Esta ley fue derogada por otra, la N° 3.883/2004, a partir de un proyecto presentado por Hernández y Rodríguez (Concertación para el Desarrollo), que declaró el interés por el turismo activo, aquél que promueve el uso activo del tiempo libre, o sea, aquel que promueve que los turistas, en su tiempo libre, hagan algo que deje plata (la última ironía es mía). Ese algo abarca de todo: desde cabalgatas hasta vuelos deportivos o de esparcimiento (lo menos ecológico que hay en el mundo). Esta ley, a su vez, fue derogada por otra, la N° 5.660/2023 (presentada por el Poder Ejecutivo de Juntos somos Río Negro), que es la ley de Turismo vigente en la provincia, y que en su Artículo N° 1 expresa magníficamente el Gran Salto dado desde aquella perspectiva ecológica del 94 hacia esta otra, que da pie al turiextractivismo: «Se declara al turismo receptivo y al turismo intraprovincial como bien jurídico protegido, concebido como actividad socioeconómica de interés para la provincia, necesaria y útil para su desarrollo, de la vida de las personas y de la sociedad, esencial y prioritaria dentro de las políticas de Estado y promotora del desarrollo regional.»
(Nota al pie: antes de ponerme
a leer esta ley a ver qué onda, puse en el buscador del Acrobat «eco», para ver si había alguna mención a la ecología o al ecoturismo; pero no encontré nada: los
únicos «eco»
que me aparecieron
fueron los de economía.)
Turismo pulgar para arriba
Banco especialmente dos
modalidades de Turismo Rural: el Turismo Rural Comunitario y el Turismo
en Conservación. Insisto: técnicamente, ambas modalidades pueden considerarse
parte del Turismo Rural, pero son esencialmente muy distintas a otras
modalidades, como el Turismo de Estancias o la Pesca con Mosca, sobre todo en
cuanto a, lo que podríamos llamar, sus valores socioambientales.
Turismo Rural Comunitario. La ley provincial de turismo en vigencia, la N° 5.660/2023, no habla de Turismo Rural Comunitario (en realidad, no habla de ninguna modalidad de turismo en particular), pero hay una resolución de Turismo Rural Comunitario del Ministerio de Turismo, Cultura y Deporte de la provincia (la resolución Nº 324/2017) que incluye un Reglamento para les prestadores de este tipo de turismo, socio ambientalmente piola. Pero, para que lo piensen dos veces, la reglamentación les exige a les prestadores mil cosas: una lista de exigencias casi tan larga como la lista de sanciones por no cumplirlas. No sé qué habrá resultado de esa resolución, si fue buena o no para el Turismo Rural Comunitario, pero imagino que no satisfizo a les interesades. Un último comentario sobre este asunto: no sé si lamentablemente es la palabra, muches de quienes optan por ofrecer este tipo de servicio no lo hacen por convencimiento sino ante la falta de perspectivas que ofrece el trabajo rural: muches se vuelcan hacia el turismo rural como una manera de diversificar la producción y evitar que les más jóvenes abandonen el campo.
En Río Negro, hay experiencia en este tipo de turismo. Para 2019, la provincia reconocía la existencia de unas 40 familias, solo en Bariloche, que ofrecían el servicio de Turismo Rural Comunitario.[65] De hecho, en 2019 se realizó en el camping «Relmu Lafken» del Lof Mapuche Wiritray y en Villa Llanquín el V Encuentro Nacional de la Red Argentina de Turismo Rural Comunitario.[66]
Hacia 2011, les propies prestadores informaban: «(e)n la zona andina las organizaciones que estamos en la red somos: a) Red de Turismo Comunitario “Cultura Rural Patagónica”[67] es aquella integrada por emprendimientos de la transición y la estepa en Dpto. Pilcaniyeu, sumamos 12 familias de 4 parajes. b) La Lof Wiritray con un área de acampe en Lago Mascardi, ubicados en el Parque Nacional Nahuel Huapi, la integramos 15 familias. c) Asociación y Feria Nehuen con vistas de iniciar una estrategia en la zona de la comarca del paralelo 42. Somos 10 familias. d) Horticultores de Nahuel Huapi: recientemente incorporados a la red, unas 6 familias en zona cordillerana.»[68]
Turismo en conservación. Más que una modalidad de Turismo, es una nueva visión acerca del turismo y la recreación que prioriza los aspectos ecosociales, desarrollada desde lo académico por un grupo de investigación de la Facultad de Turismo de la Universidad Nacional del Comahue: Grupo Recreación y Turismo en Conservación (GRyTeC).[69] El GRyTeC busca estudiar el rol del turismo y la recreación en la conservación de los ecosistemas, no solo en áreas naturales protegidas sin en áreas naturales en general, incluso urbanas.[70] Sin dejar de tener en cuenta la siempre antipática cuestión de la rentabilidad, les investigadores de la UNCo toman en cuenta un montón de metodologías de la Ecología de la Recreación y el Turismo (entre ellas, el Limite de Cambio Aceptable, la Capacidad de Carga Turística, el Sistema Integral de Evaluación de Impactos a la Biodiversidad- Actividades de Turismo, la Escala de Bortle, el Manejo de Impacto de Visitantes, la Identificación de indicadores de impacto de la interacción Visitante – Avifauna) que priorizan indicadores científicos de las interrelaciones ecológicas entre los seres humanos y el sistema natural en contextos de Recreación y Turismo.
Cierre
Nuestro Buen vivir supone el aprovechamiento de nuestro tiempo libre, en beneficio de nuestro crecimiento espiritual, lo que implica una reconexión con une misme, pero también con los demás y con el resto de los seres vivos y no vivos con los que cohabitamos el planeta. Insisto: para todo esto no necesitamos viajar ni hacer turismo. Pero el turismo continuará existiendo, y no podemos ignorar el hecho de que siempre habrá turistas de otros lados que visiten nuestra provincia. Por eso, debemos tener muy claro qué tipo de turismo queremos promover. Como decimos siempre desde las asambleas con respecto a cualquier otra actividad económica: Qué Turismo, para qué, y para quién.
Comenté que en Río Negro tenemos una capital provincial del Turismo Rural. También tenemos una «Capital Provincial del Turismo de Bienestar» (Ley N° 5.666/2023, presentada por Contreras, Del Agua, Fernández, Muena y Vivanco, de Juntos somos Río Negro). Esa capital es El Bolsón de Bruno Pogliano, designada como tal «por su ubicación geográfica y por sus características distintivas que propician el contacto con la naturaleza, el equilibro personal y el interés por el cuidado del ambiente y el desarrollo sustentable de actividades productivas.» La norma no define «Bienestar» ni establece sus alcances, pero sospecho que nada tiene que ver con el «Buenvivir», con el «Sumak Kawsay», conociendo a Pogliano y sus compañeres de Juntos somos Dinamita (para el Territorio).
[1] Bert van Wee, B., y Mokhtarian, P.
2023. Escape theory: Explaining a negative motivation to travel.
Transportation Research Part A: Policy
and Practice 169, 103603. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S096585642300023X
[3]Bugnicourt, J. 1983. ¿Cómo el turismo distorsiona el
desarrollo africano? pp. 27—37 En Arana et al. Medio Ambiente y Turismo. Clacso. 205 pp.
[4]https://theconversation.com/viajar-en-vacaciones-dice-sobre-nosotros-mucho-mas-de-lo-que-creemos-129105
[6] Berthet, M.-A., Lazcano Quintana, I., Lambi, L., Madariaga Ortuzar, A., Ramos Pérez, A., Rodríguez San
Julián, E., Sanmartín Ortí, A., y János Zoltán, S. 2016. La marcha nocturna:
¿Un rito exclusivamente español? Madrid: Centro Reina Sofía sobre Adolescencia
y Juventud, Fad. DOI: http://doi.org/10.5281/zenodo.3663628.
[7]
Citado en Berthet et al. 2016, p. 20.
[8] No
es una ironía. O sí. Prueben Uds.: pongan en Google “qué son las vacaciones”, y
la IA les dirá que su
objetivo es que los trabajadores puedan descansar, reponer fuerzas y regresar
al trabajo con energía.
[10] https://blogs.upn.edu.pe/negocios/ocio-tiempo-libre-y-turismo-tres-conceptos-vinculados-por-la-naturaleza-humana
[11] https://www.nationalgeographicla.com/viajes/2024/02/los-5-datos-sobre-el-carnaval-de-barranquilla-que-debes-conocer
[13] https://www.nationalgeographicla.com/viajes/2024/02/los-5-datos-sobre-el-carnaval-de-barranquilla-que-debes-conocer
[16]
Fundación Bariloche, 2019. Primer Inventario de Gases de Efecto Invernadero de
la Provincia de Río Negro. CFI,
183pp. http://biblioteca.cfi.org.ar/documento/primer-inventario-de-gases-de-efecto-invernadero-gei-de-rio-negro/
[17] PETSCB, p. 1
[18] PETSCB, p. 4
[19] https://ciencia.nasa.gov/ciencias-terrestres/las-reducciones-de-emisiones-por-la-pandemia-tuvieron-efectos-inesperados-en-la-atmosfera/
[21]
Riechmann, J. 2005 ¿Cómo cambiar hacia sociedades sostenibles? Reflexiones
sobre biomímesis y autolimitación. Isegoría
32, 95—117. https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-104576/3.%20C%C3%B3mo%20cambiar%20hacia%20sociedades%20sostenibles.%20Reflexiones%20sobre%20biom%C3%ADmesis%20y%20autolimitaci%C3%B3n.%20Jorge%20Riechmann.pdf
[24]
Dimitriu, A. M. 2002. Producir y consumir lugares: Reflexiones sobre la
Patagonia como mercancía. Jornadas Transformaciones Sociales y Reestructuración
Capitalista del Siglo XX (Dimensiones económicas, sociopolíticas y espaciales),
organizado por el Programa de Historia de las Relaciones Sociales entre Estado,
Economía y Sociedad, CEI/UNQ, Universidad Nacional de Quilmes, 24 de agosto de
2001, publicado en la revista internacional Eptic,
Economía política de las tecnologías de la información y la comunicación (http://www.eptic.com.br/revista11.htm)
ISSN 1518—2487,
septiembre—diciembre
de 2002.
[25] Dimitriu,
op. cit., págs. 13 y 14.
[26]
Dimitriu, op. cit., pág. 14.
[29]
El capitalismo verde y el capitalismo negro se dan la mano. Rionegrosinmargen.
[30] Rietti, S. 1983. Actividad turística e industrial.
Conflictos e influencias recíprocas. pp. 93—103. En
Arana et al. Medio Ambiente y
Turismo. Clacso. 205 pp.
[32] https://www.elchubut.com.ar/turismo/2025-2-3-16-21-0-continuan-las-visitas-guiadas-a-la-planta-de-aluar-al-parque-eolico-y-al-muelle-almirante-storni
[34] https://www.elextremosur.com/nota/50474-el-rigi-avanza-en-el-bolson-con-proyectos-de-lewis-y-mindlin-en-areas-protegidas-de-unesco/
[35] https://www.laizquierdadiario.com/Joe-Lewis-vuelve-a-la-carga-ahora-con-la-Hidroelectrica-Rio-Escondido-tambien-ilegal
[37] https://www.resumenlatinoamericano.org/2025/02/13/argentina-el-negocio-detras-del-loteo-de-tierras-en-el-bolson/
[38] https://noticiaslainsuperable.com.ar/2021/09/30/el-bolson-avanza-un-megaproyecto-inmobiliario-del-magnate-lewis/
[39] https://almargen.org.ar/2022/05/18/mallin-ahogado-la-justicia-falla-a-favor-de-los-vecinos-y-contra-joe-lewis/
[43]
Sierra, M.S. y Nogar, A.G. 2024. Experiencias de valorización de recursos
energéticos en Argentina. Huellas 28
(1): 79—101 https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/9764398.pdf
[44] https://www.newsweek.com.ar/viajes/turismo-en-vaca-muerta-el-atractivo-sitio-en-el-que-se-unen-cuatro-provincias/
[47] https://www.rionegro.com.ar/sociedad/voy-turismo/comienza-el-tiempo-de-la-pesca-deportiva-que-mueve-la-economia-de-bariloche-3226334/
[50] https://chubutline.com/fuerte-debate-por-erosion-humana-en-ciudades-costeras-las-grutas-se-esta-disolviendo-por-filtracion-de-agua-cloacales-y-en-chubut-se-relativizan-los-impactos/
[51] https://www.rionegro.com.ar/economia/bariloche-los-numeros-confirman-una-alarmante-caida-del-turismo-interno-3835112/#:~:text=Del%20informe%20con%20cierre%20al,hasta%20hoy)%20con%20749.465%20visitantes.
[52] https://www.anbariloche.com.ar/noticias/2023/03/14/88842-el-impacto-ambiental-que-produce-la-viralizacion-de-los-entornos-naturales
[53] https://noticiasrionegro.com.ar/contenido/76548/proponen-implementar-un-plan-de-desarrollo-turistico-sostenible-para-el-camino-d
[56] Dimitriu, A. M. 2002. Producir y consumir lugares:
Reflexiones sobre la Patagonia como mercancía. Versión revisada del trabajo presentado en
las Jornadas Transformaciones
Sociales y Reestructuración Capitalista del Siglo XX (Dimensiones económicas,
sociopolíticas y espaciales), organizado por el Programa de Historia de las
Relaciones Sociales entre Estado, Economía y Sociedad, CEI/UNQ, Universidad
Nacional de Quilmes, 24 de agosto de 2001, publicado en la revista
internacional “Eptic”, Economía política de las tecnologías de la información y
la comunicación ISSN 1518-2487, septiembre- diciembre de 2002. La transcripción
corresponde a las págs. 18 y 19.
[60] https://rionegro.gov.ar/articulo/34131/ingeniero-jacobacci-ayufin-mapu-ocho-anos-potenciando-el-turismo-y-el-desarrollo-local
[61] https://agencia.farco.org.ar/home/simplemente-viajar-dalessandro-justifico-el-viaje-a-lago-escondido-con-jueces-fiscales-y-ejecutivos-de-clarin/
[63]
Lavaroní, V. 2012. Turismo Rural en el Noroeste de la Patagonia Argentina.
Monografía de Graduación, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales,
Universidad Nacional de Mar del Plata. 89 pp. https://nulan.mdp.edu.ar/1677/1/labaroni_v.pdf
pp. 12—14.
[64] https://cipollettidigital.com.ar/contenido/55495/villa-regina-se-postula-como-la-capital-provincial-del-turismo-rural
[68] http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/97386/Documento_completo.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[70] Encabo,
M.E.; Boschi, A.M; Sánchez, S.E.; Torre, M.G.; Paz Barreto, D.; Andrés, J.M.;
Mastrocola, Y.I.; Vázquez, M.V.; Cánepa, L.R. y Buchiniz, Y. 2015. Anuario de Estudios en Turismo –
Investigación y Extensión. Año 15 - Volumen X – 2015. Facultad de Turismo –
Universidad Nacional del Comahue. Neuquén – Argentina.
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